Siempre hay alguien que está peor.


agosto 22, 2011

Expedientes X

¡Mirá que hace rato estoy dando vueltas para escribir otra vez!. Confieso que empezaba con cierto entusiasmo, pero a la tercer línea ya no me divertía  y abandonaba. 

Y la culpa de volver la tuvo "el más allá". No, no hablo de los muertos. Hablo de los Ovnis. Y la historia es así:
Todos (bueno, casi todos) saben que ni bien engancho dos días feriados seguidos huyo rápido de Buenos Aires. Esta vez la elegida fue Victoria, en la provincia de Entre Ríos. En realidad originalmente nos íbamos a Colón, pero cuando quisimos confirmar la reserva de hotel... ya no existía. Así que puse en el buscador de Google "ciudades termales de Entre Ríos" y fue la única que tenía disponibilidad hotelera.

El hotel maravilloso, la Abadía benedictina es el sueño de Umberto Eco (tengo especial obsesión por las abadías y los monasterios. Soy capaz de colarme a lo polizón en alguna, si me prohiben la entrada), el complejo termal es im-pre-sio-nan-te (pero pésimamente administrado y organizado, lamentablemente), el pueblo casi una copia del mío, donde la gente viene en su auto (en la caja de cambios, la tercera, cuarta y quinta son vírgenes), frena en medio de la calle para charlar con el peatón que pasa por la vereda mientras el resto de los (poquísimos) autos esperan pacientemente detrás, la gente es amable y solícita, etc.  O sea, un deschave de perfección. Y así estábamos Gingero y yo, en el limbo vacacional, tomando un cafecito y mirando el folleto sobre los atractivos de la ciudad, cuando lo vimos. Museo del Ovni decía. La verdad, he visto museo de arte, de ropa, de muñecos, de estampillas, de monedas... pero de ovnis, nunca jamás en la vida. 
Yo no puedo decir las cosas de manera "normal". Yo grito. "QUIERO IRRRRRRRR", dije, y se enteró todo el bar. Al extremo de acercarse una señora muy cordial a indicarnos como llegar. Así, de la nada. Y partimos a ver las maravillas extraterrestres. 

Ya nos dio mala espina el camino. Tuvimos que meternos por calles de tierra, en medio de manzanas completas de monte, con perros flacos queriendo morder la rueda del auto. Había un cartel verde, pintado a mano, que decía: "Museo del Ovni, ahí" y una flecha que mostraba una casa rosada. La puerta y las ventanas estaban cerradas, pero al fondo se veía algo como un garage. Era un garage, pero sobre la pared se distinguía el dibujo de un ET. Esos con cara triangular y ojos saltones. 
Gingero me miró y dijo "¿vos estás segura que querés entrar ACA?". Retractarme o reconocer un error, antes muerta, así que dije un POR SUPUESTO con mi tono potente de voz, y entramos. 

Una señora que sirvió de inspiración a Cachavacha nos recibió aclarando que NO era gratis, que debíamos abonar $8 por cada uno, y que la "conferencia" estaba empezada, pero que podíamos incorporarnos ahora y "recorrer todo el lugar" después.  Miré "todo el lugar" y solo ví el garage. Sin embargo nos acompañó dos metros al fondo (del garage) y detrás de una cortina, el conferencista relataba a las 8 o 9 personas que allí se encontraban, la historia de una chapa que aparecía en un video, en la tv. prendida. El humano neófito hubiese jurado que era la parte interna de un termotanque, pero el avezado investigador de fenómenos ovnis no dudaría en creer que era parte del fuselaje de una nave espacial extraterrestre. ¿Porqué? Porque era refractaria de colores. Camaleónica. Es decir, si se la ponía frente a algo color naranja, reflejaba ese color. Como cualquier chapa del interior de un termotanque. Por otro lado, sabemos de su condición porque si se la ponía al sol, a determinada hora, se volvía transparente. Lamentablemente no había registros fílmicos del hecho porque la cámara no lograba captarlo. Son esas cosas en las que hay que creer, vio?.  A esa altura fue cuando empecé a sentir que tenía muchas, pero muchas ganas de reírme. Para olvidarme de ello, empecé a mirar los posters pegados en la pared. El primero que ví fue el dibujo del mismo extraterrestre de la entrada, pero este fumaba un porro, y debajo, una inscripción en inglés decía: "Dime quien es tu dealer".  No pude evitarlo, me levanté como un resorte porque la carcajada me llegaba a la garganta y me estaba ahogando. Lo increíble fue que detrás mío se levantó el resto de los oyentes y dejamos solo al conferencista. 

Y me fuí a recorrer "el resto de las instalaciones" que eran los dos metros de garage que quedaban al otro lado de la cortina.

Dos vitrinas de vidrio llenas de tierra, contenían los siguientes elementos: la de la derecha, como principal atractivo contaba con un muñeco de Yoda en el centro, y en la punta un velador de filamentos, esos que tienen luces que cambian de color. Debajo había tubos de ensayo que contenían tierra. Y carteles que indicaban la procedencia: de Misiones, de Chaco, de Santa Cruz. Y dientes de tiburón, caracoles marinos y más muñequitos de los personajes de La Guerra de las Galaxias. En una esquina estaba representado el vehículo espacial en el que se mueven los alienígenas: un plato volador de paño Lenci.

En la vitrina izquierda, se podía observar un gnomo de yeso, esos que se venden en las ferias artesanales, con una capa brillante con estrellas pegadas. Y varias esfinges de Tutankamón rodéandolo.

La parte literaria estaba compuesta por una colección de 10 revistas Muy Interesante y dos UFO. También había fotos de luces en el cielo.
Y  por último, la estrella del show: el pedazo de chapa dentro de una campana para conservar quesos.
Juro que hice el mayor de los esfuerzos, pero no pude. Hasta este momento me duelen los músculos de la panza de tanto reírme.

Es la primera vez en mi vida que me alegro que me hayan estafado. Porque divertirme tres días seguido con una visita de 15 minutos no tiene precio. Para todo lo demás está el Museo del Ovni de Victoria.



mayo 08, 2011

Un día de estos...

... les cuento algunas anécdotas de mi vida por estos días. Pero sólo para nosotros, no digan nada, eh?.

marzo 20, 2009

Cuba, capítulo 6

Viene de 5 post más abajo. Y este es final y despedida.

El Museo de la Revolución: el orgullo de rebote por ser argentino.

Se me puso la piel de gallina. El Museo de la Revolución es casi un homenaje al Che Guevara. No es que todas las salas hablen de él, pero las que lo hacen parecieran ser las únicas.
El edificio es la antigua casa de gobierno y conserva en el primer piso la estructura original de la época de Batista. La oficina del presidente, el salón de los espejos, la sede de ministros, etc. Un lujo pocas veces visto. Pero el verdadero recorrido es de arriba para abajo. Comienza en el tercer piso con la época de la colonia. Hay detalles de la conquista española, la independencia, hasta llegar al gobierno de Batista. En esa época, Cuba era la prostituta de Estados Unidos, ahí se instalaban los casinos y prostíbulos más caros mientras la gente se moría de hambre y enfermedades. (41.000 personas perdieron la vida en el año 1958 por falta de alimento y atención médica). Cuba era lo que hoy es Haití, pero peor.
Fidel Castro Russ era hijo de una de las familias más ricas y aristocráticas de la isla, pero con hiperdesarrollo de su conciencia social. Estaba exiliado en Mexico cuando conoció al Che y de allí emprendieron el viaje hacia la Revolución (esto que les cuento es una visita guiada por el museo). Viajaron 50 tipos en el Granma (un yatecito que se encuentra en otro edificio, frente al Museo) y desembarcaron en lo que hoy es la provincia de Cienfuegos. La primer ciudad conquistada fue Santa Clara, por la gente comandada por Ernesto Guevara de la Serna.
Hay un pabellón con toda la vida del Che, desde su nacimiento en Rosario, fotos de la escuela Dean Funes, y televisores en varias salas que pasan filmaciones suyas. Esas son las que más turistas atraen.
Me sorprendió no ver referencias a su muerte ni a la de Camilo Cienfuegos (otro de los héroes de la revolución que murió en un accidente aéreo). Por cada 10 menciones (ya sea fotográficas o en letras) del Che hay una de Fidel. Como dicen los cubanos: "El padre de la patria es José Martí, el conductor nuestro comandante en jefe Fidel, pero el héroe nacional el Che Guevara". La veneración que siente la gente de Cuba por este hombre superó todas mis expectativas. Una de las cosas que no sabía y me enteré ahí fue que le concedieron la nacionalidad por nacimiento, el máximo honor que se le puede dar a alguien, y sin embargo él agradeció pero la rechazo diciendo que "su nacionalidad era argentina".
Una vez terminado el recorrido por el Museo pasamos al edificio anexo donde está el Granma y varios de los pertrechos de guerra usados durante la lucha. Como no tenían elementos ni capital para comprarlos usaron el ingenio. Sobre todo el Che. Me causó gracia ver un tractor convertido en tanque de guerra o unos botecitos de pescadores acondicionados para desembarco.
Una hora y media después salimos de allí con orgullo inmerecido de ser argentinos. Para nosotros Ernesto Guevara es una camiseta o el tatuaje en un brazo de Maradona. Para ellos, el ideal de hombre.

Y Cuba queda en el recuerdo

Puntualmente pasaron a buscarnos por el hotel para llevarnos al Aeropuerto José Martí. Subí al avión con la convicción que no sería la última vez que pisaría Cuba. Y me despedí de los cubanos con un "hasta pronto" totalmente convencida que así será.

Conclusiones de una burguesa en el reino del proletariado

Ocho días en Cuba no me dan autoridad para opinar sobre ellos, desde luego, y mucho menos viviendo en lugares donde un cubano jamás pisará. Pero ahora tengo una idea más clara (y más justa) sobre mis opiniones con respecto a un régimen que defenestraba desde mi ignorancia.
Sigo pensando igual, pero con mucha más moderación.
Desde hace 50 años Cuba vive de sus propios recursos. Estados Unidos decidió que el resto del mundo no podía comercializar con la isla, y el resto del mundo le hizo caso.
En Cuba hay pobreza, pero no tiene que ver con la que conocemos nosotros. Lo que no hay es indigencia. Y la pobreza es llevada con una dignidad envidiable. No hay desnutrición, ni analfabetismo, ni gente viviendo en las calles. El 90% de los cubanos mayores de 25 años son profesionales (incluso con dos y tres títulos académicos) porque el estado les paga los estudios. Eso sí, si las carreras duran 5 años, ellos deben concluírla en ese tiempo, y después trabajar en lo se les designe para devolver el gasto que ocasionaron. Pero esta super población de gente capacitada también es un problema. Hay más profesionales que vacantes, así que (como el estado es el que distribuye los cargos) ejercen lo suyo aquellos que obtuvieron promedios de estudio más alto. El resto se va ubicando en distintos rubros.
En las calles y rutas no hay carteles publicitarios comerciales, excepto de Ron Havana Club, pero está tapizada de murales con anuncios de tipo politicos con frases como "3 días de bloqueo significan todos los lápices, libros y cuadernos de un curso escolar".
Una pequeña anécdota de lo que es para ellos el estado. Lo que es del estado es del pueblo. Cuando ibamos de La Habana a Varadero me sorprendía ver gente haciendo dedo en la ruta: en Cuba los autos particulares tienen patentes amarillas y los que pertenecen al estado, celeste. Cuando pasa uno con patente celeste y algún cubano les hace seña, tienen la obligación de parar y llevarlos, porque los autos SON DEL PUEBLO. Incluso hay policías que controlan que esto se cumpla. No importa quien viaje en él, puede ser hasta el mismo Raul Castro. El auto para y los lleva.
Todos los taxis, coco taxis y micros de corta y larga distancia son del estado. El gobierno se los concesiona y ellos le dan la recaudación completa (tienen tarifas fijas) y aquel les paga un sueldo.
La propina es una institución allí. Uno debe dar propina a todos, por mínimo que sea el esfuerzo que hicieran. No la impusieron ellos, sino a traves de los años los turistas lo hicieron casi ley, como forma de colaborar con el pueblo. El salario se los pagan en pesos cubanos pero las cosas se venden en pesos convertibles y es de entre 10 y 24 CUC (los más altos, en los casos de científicos). Por supuesto que esto les alcanza solamente para comer, para comprar ropa deben ahorrar meses.
Me detuve mucho tiempo a hablar con ellos en la calle, en los hoteles, en los bares. Todos coincidieron en lo mismo: no pueden seguir así. Apoyan la revolución pero necesitan modificaciones. Piden la unificación del peso, un poco de apertura, que los dejen salir. "Los cubanos somos como los ciegos" me decía una señora, "sabemos de todo pero no vemos nada". Y la frase que más escuché: "Esto no era lo que quería el Che". Posiblemente el hecho que muriera joven, con los ideales intactos, lo transformó en un martir. Y a Castro no le quedó más remedio que vivir a su sombra.
No es que tengan prohibido dejar la isla, el gobierno (después de pasar por terribles amansadoras) les concede salidas de hasta dos meses, pero para cualquier pais que quieran ir deben solicitar visa. Excepto los de latinoamérica, el resto del mundo se las niega. De todos modos, tampoco tienen con que viajar. Piensen que el pasaje al lugar más próximo sale alrededor de 200 euros, y ellos ganan 14 promedio. Todas sus quejas son susurros por ahora, porque corren el riesgo de quedarse sin trabajo si alguien los escucha, pero tuve la sensación que cuando muera Fidel las voces empezarán a oirse, y no pasará mucho antes que sean gritos.
Raul Castro es el presidente, pero casi no tiene autoridad. Sigue siendo su hermano el que toma las decisiones.
Las familias tienen como máximo dos hijos (uno solo la mayoría) porque saben que no pueden mantener a más.
Cuba es una paradoja, tienen los centros de investigación médica iguales a los más avanzados del mundo (la medicina es gratuita y todos los cubanos tienen acceso a ella, sea cual fuere el tratamiento que necesiten) pero no pueden comprar una computadora, no solo porque no les alcanza (700 CUC es el valor de venta), sinó porque es el estado quien lo autoriza y solo se lo permite a determinados ciudadanos. Quise entrar a la página de Hilda Molina pero está bloqueada. Ellos no pueden leerla.
Hay tres canales de televisión (los hoteles tienen satelital, pero transmiten canales rusos, chinos e italianos ¡en su idioma original!), uno exclusivamente político, otro educativo (aprendí a arreglar el motor de un auto) y el tercero de entretenimiento. ¡Y nos siguen queriendo a pesar que les mandamos programas como Mi familia es un dibujo, o Montaña Rusa!
Me despiertan una terrible admiración por lo que lograron, pero mucha tristeza porque les falta lo más preciado de un ser humano: libertad. Podemos pasar horas discutiendo si cubrir las necesidades básicas es mejor o peor que su derecho de elección (y no me refiero solo a votar), pero estoy segura que eso no es lo que quiero para mi patria. Sí que nos transmitan su honradez, su don de gente, su alegría, ¿quién podría discutirlo?, pero la opresión a la que estan sometidos no justifica los beneficios que tienen. Todos los extremos son malos, y Cuba es un extremo.
Deseo de todo corazón que vivan mejor, porque si hay alguien que lo merece es ese pueblo.
Cuba, hasta la victoria. Siempre.


Y aquí se termina el relato de mi viaje, espero que ustedes sientan que vinieron conmigo. Con la crisis que estamos pasando (y lo que se viene), por un tiempo bastante prolongado dudo que pueda salir de mi pais otra vez. Sin embargo soy una optimista, y por esa razón ya estoy pensando en.... ¡Cancún 2010!.