Siempre hay alguien que está peor.


marzo 20, 2009

Cuba, capítulo 6

Viene de 5 post más abajo. Y este es final y despedida.

El Museo de la Revolución: el orgullo de rebote por ser argentino.

Se me puso la piel de gallina. El Museo de la Revolución es casi un homenaje al Che Guevara. No es que todas las salas hablen de él, pero las que lo hacen parecieran ser las únicas.
El edificio es la antigua casa de gobierno y conserva en el primer piso la estructura original de la época de Batista. La oficina del presidente, el salón de los espejos, la sede de ministros, etc. Un lujo pocas veces visto. Pero el verdadero recorrido es de arriba para abajo. Comienza en el tercer piso con la época de la colonia. Hay detalles de la conquista española, la independencia, hasta llegar al gobierno de Batista. En esa época, Cuba era la prostituta de Estados Unidos, ahí se instalaban los casinos y prostíbulos más caros mientras la gente se moría de hambre y enfermedades. (41.000 personas perdieron la vida en el año 1958 por falta de alimento y atención médica). Cuba era lo que hoy es Haití, pero peor.
Fidel Castro Russ era hijo de una de las familias más ricas y aristocráticas de la isla, pero con hiperdesarrollo de su conciencia social. Estaba exiliado en Mexico cuando conoció al Che y de allí emprendieron el viaje hacia la Revolución (esto que les cuento es una visita guiada por el museo). Viajaron 50 tipos en el Granma (un yatecito que se encuentra en otro edificio, frente al Museo) y desembarcaron en lo que hoy es la provincia de Cienfuegos. La primer ciudad conquistada fue Santa Clara, por la gente comandada por Ernesto Guevara de la Serna.
Hay un pabellón con toda la vida del Che, desde su nacimiento en Rosario, fotos de la escuela Dean Funes, y televisores en varias salas que pasan filmaciones suyas. Esas son las que más turistas atraen.
Me sorprendió no ver referencias a su muerte ni a la de Camilo Cienfuegos (otro de los héroes de la revolución que murió en un accidente aéreo). Por cada 10 menciones (ya sea fotográficas o en letras) del Che hay una de Fidel. Como dicen los cubanos: "El padre de la patria es José Martí, el conductor nuestro comandante en jefe Fidel, pero el héroe nacional el Che Guevara". La veneración que siente la gente de Cuba por este hombre superó todas mis expectativas. Una de las cosas que no sabía y me enteré ahí fue que le concedieron la nacionalidad por nacimiento, el máximo honor que se le puede dar a alguien, y sin embargo él agradeció pero la rechazo diciendo que "su nacionalidad era argentina".
Una vez terminado el recorrido por el Museo pasamos al edificio anexo donde está el Granma y varios de los pertrechos de guerra usados durante la lucha. Como no tenían elementos ni capital para comprarlos usaron el ingenio. Sobre todo el Che. Me causó gracia ver un tractor convertido en tanque de guerra o unos botecitos de pescadores acondicionados para desembarco.
Una hora y media después salimos de allí con orgullo inmerecido de ser argentinos. Para nosotros Ernesto Guevara es una camiseta o el tatuaje en un brazo de Maradona. Para ellos, el ideal de hombre.

Y Cuba queda en el recuerdo

Puntualmente pasaron a buscarnos por el hotel para llevarnos al Aeropuerto José Martí. Subí al avión con la convicción que no sería la última vez que pisaría Cuba. Y me despedí de los cubanos con un "hasta pronto" totalmente convencida que así será.

Conclusiones de una burguesa en el reino del proletariado

Ocho días en Cuba no me dan autoridad para opinar sobre ellos, desde luego, y mucho menos viviendo en lugares donde un cubano jamás pisará. Pero ahora tengo una idea más clara (y más justa) sobre mis opiniones con respecto a un régimen que defenestraba desde mi ignorancia.
Sigo pensando igual, pero con mucha más moderación.
Desde hace 50 años Cuba vive de sus propios recursos. Estados Unidos decidió que el resto del mundo no podía comercializar con la isla, y el resto del mundo le hizo caso.
En Cuba hay pobreza, pero no tiene que ver con la que conocemos nosotros. Lo que no hay es indigencia. Y la pobreza es llevada con una dignidad envidiable. No hay desnutrición, ni analfabetismo, ni gente viviendo en las calles. El 90% de los cubanos mayores de 25 años son profesionales (incluso con dos y tres títulos académicos) porque el estado les paga los estudios. Eso sí, si las carreras duran 5 años, ellos deben concluírla en ese tiempo, y después trabajar en lo se les designe para devolver el gasto que ocasionaron. Pero esta super población de gente capacitada también es un problema. Hay más profesionales que vacantes, así que (como el estado es el que distribuye los cargos) ejercen lo suyo aquellos que obtuvieron promedios de estudio más alto. El resto se va ubicando en distintos rubros.
En las calles y rutas no hay carteles publicitarios comerciales, excepto de Ron Havana Club, pero está tapizada de murales con anuncios de tipo politicos con frases como "3 días de bloqueo significan todos los lápices, libros y cuadernos de un curso escolar".
Una pequeña anécdota de lo que es para ellos el estado. Lo que es del estado es del pueblo. Cuando ibamos de La Habana a Varadero me sorprendía ver gente haciendo dedo en la ruta: en Cuba los autos particulares tienen patentes amarillas y los que pertenecen al estado, celeste. Cuando pasa uno con patente celeste y algún cubano les hace seña, tienen la obligación de parar y llevarlos, porque los autos SON DEL PUEBLO. Incluso hay policías que controlan que esto se cumpla. No importa quien viaje en él, puede ser hasta el mismo Raul Castro. El auto para y los lleva.
Todos los taxis, coco taxis y micros de corta y larga distancia son del estado. El gobierno se los concesiona y ellos le dan la recaudación completa (tienen tarifas fijas) y aquel les paga un sueldo.
La propina es una institución allí. Uno debe dar propina a todos, por mínimo que sea el esfuerzo que hicieran. No la impusieron ellos, sino a traves de los años los turistas lo hicieron casi ley, como forma de colaborar con el pueblo. El salario se los pagan en pesos cubanos pero las cosas se venden en pesos convertibles y es de entre 10 y 24 CUC (los más altos, en los casos de científicos). Por supuesto que esto les alcanza solamente para comer, para comprar ropa deben ahorrar meses.
Me detuve mucho tiempo a hablar con ellos en la calle, en los hoteles, en los bares. Todos coincidieron en lo mismo: no pueden seguir así. Apoyan la revolución pero necesitan modificaciones. Piden la unificación del peso, un poco de apertura, que los dejen salir. "Los cubanos somos como los ciegos" me decía una señora, "sabemos de todo pero no vemos nada". Y la frase que más escuché: "Esto no era lo que quería el Che". Posiblemente el hecho que muriera joven, con los ideales intactos, lo transformó en un martir. Y a Castro no le quedó más remedio que vivir a su sombra.
No es que tengan prohibido dejar la isla, el gobierno (después de pasar por terribles amansadoras) les concede salidas de hasta dos meses, pero para cualquier pais que quieran ir deben solicitar visa. Excepto los de latinoamérica, el resto del mundo se las niega. De todos modos, tampoco tienen con que viajar. Piensen que el pasaje al lugar más próximo sale alrededor de 200 euros, y ellos ganan 14 promedio. Todas sus quejas son susurros por ahora, porque corren el riesgo de quedarse sin trabajo si alguien los escucha, pero tuve la sensación que cuando muera Fidel las voces empezarán a oirse, y no pasará mucho antes que sean gritos.
Raul Castro es el presidente, pero casi no tiene autoridad. Sigue siendo su hermano el que toma las decisiones.
Las familias tienen como máximo dos hijos (uno solo la mayoría) porque saben que no pueden mantener a más.
Cuba es una paradoja, tienen los centros de investigación médica iguales a los más avanzados del mundo (la medicina es gratuita y todos los cubanos tienen acceso a ella, sea cual fuere el tratamiento que necesiten) pero no pueden comprar una computadora, no solo porque no les alcanza (700 CUC es el valor de venta), sinó porque es el estado quien lo autoriza y solo se lo permite a determinados ciudadanos. Quise entrar a la página de Hilda Molina pero está bloqueada. Ellos no pueden leerla.
Hay tres canales de televisión (los hoteles tienen satelital, pero transmiten canales rusos, chinos e italianos ¡en su idioma original!), uno exclusivamente político, otro educativo (aprendí a arreglar el motor de un auto) y el tercero de entretenimiento. ¡Y nos siguen queriendo a pesar que les mandamos programas como Mi familia es un dibujo, o Montaña Rusa!
Me despiertan una terrible admiración por lo que lograron, pero mucha tristeza porque les falta lo más preciado de un ser humano: libertad. Podemos pasar horas discutiendo si cubrir las necesidades básicas es mejor o peor que su derecho de elección (y no me refiero solo a votar), pero estoy segura que eso no es lo que quiero para mi patria. Sí que nos transmitan su honradez, su don de gente, su alegría, ¿quién podría discutirlo?, pero la opresión a la que estan sometidos no justifica los beneficios que tienen. Todos los extremos son malos, y Cuba es un extremo.
Deseo de todo corazón que vivan mejor, porque si hay alguien que lo merece es ese pueblo.
Cuba, hasta la victoria. Siempre.


Y aquí se termina el relato de mi viaje, espero que ustedes sientan que vinieron conmigo. Con la crisis que estamos pasando (y lo que se viene), por un tiempo bastante prolongado dudo que pueda salir de mi pais otra vez. Sin embargo soy una optimista, y por esa razón ya estoy pensando en.... ¡Cancún 2010!.


marzo 19, 2009

Cuba, capítulo 5

Viene de los 4 post anteriores.

Hemingway era un curda bárbaro


No hay bar en La Habana que no se adjudique el paso de Heminwgay por él, pero solamente dos pueden dar fe de ello. Uno es La Floridita.
La encontramos de casualidad, mientras recorríamos las callecitas llenas de casas como conventillos, con jaulas de canarios colgadas en las paredes exteriores. En una esquina rosada, los carteles anunciaban que era uno de los 7 bares más famosos del mundo (no tengo idea cuales serán los otros 6) y de ella decía Hemingway "mi daiquiri es de La Floridita". Primero me sorprendió el lugar: no era un simple bodegón, el decorado estaba impecable, la barra era de cedro y precedía a un salón comedor bastante lujoso. El mozo ni siquiera nos preguntó que queríamos tomar, directamente dejó dos daiquiris sobre unos posavasos (me regaló uno que traje de recuerdo) con publicidad del lugar y una bandeja con platanitos. Eran las seis de la tarde y yo estaba con el estómago vacío (no quise almorzar en Varadero porque tenía el desayuno atragantado), y debe ser que lo tomé demasiado rápido, pero cuando quise sacar fotos no podía levantarme. Lejos, lejísimo, el mejor daiquiri que tomé en mi vida. El que tenía mayor cantidad de ron también. Y el más caro, pero eso es anecdótico.
Hay una figura del escritor tamaño natural, en bronce, apoyada contra la barra y fotos de Ernest con Fidel. Tuve la sensación de estar en otra época, tal vez por las luces tenues, o porque los músicos tocaban canciones antiguas (en Cuba hay músicos por todos lados, incluso en la calle), pero no quería moverme (además de no poder, claro). Estaba tan cómoda que lamenté irme, pero debíamos regresar al hotel para bañarnos. Dos horas después nos esperaba una cena en La Bodeguita del Medio.


Cenando con Pierce Bronsan


Sabíamos adonde quedaba porque la cruzamos en nuestra caminata. Empedrado 207, a la vuelta de la catedral. Teníamos reservas para las 9 de la noche y el taxi nos dejó dos cuadras antes porque esa zona se cierra para vehículos cuando anochece. Una cosa es pasear de día, pero La Habana en la oscuridad es laberíntica. Preguntamos a un policía, que no solo nos informó, se tomó la molestia de acompañarnos para que no nos perdieramos. (no por seguridad, en Cuba no hay delincuencia).
Nos ubicaron en un saloncito con 6 mesas de madera y sillas duras. Mi marido al lado de Guillermo Francella y yo de Pierce Brosnan. Casi beso al mozo por la deferencia. No, no es que estaban ellos en persona. La Bodeguita está tapizada con fotos de famosos que comieron allí (o tomaron un mojito como Hemingway mientras escribía El Viejo y el Mar) y las paredes firmadas por todas las personas que pasaron por el lugar. El menú es fijo, pero fue lo mejor que comí en Cuba. Pata de cerdo horneada, papas fritas, ensalada, arroz con portos negros, unas rosquitas que no sé como se llaman, aceitunas y un montón de "picadita". Busqué cuantos argentinos estaban encuadrados y encontré (además de Francella) a Susú Pecoraro, a Miguel Bonasso, a Fito Paez con Cecilia Roth y a Maradona. Del resto del mundo, desde Rita Hayworth hasta Sean Penn, y cientos más. Todos sosteniendo el cartel del lugar. Atrás nuestro estaba una pareja de españoles, y la señora se pasó la noche retando a Emilio, el marido. Eso solo ya fue divertidísimo. Después del "cortito" (café expreso tan fuerte que parece petróleo), nos quedamos escuchando a los músicos un ratito, y salimos a caminar por la noche de La Habana. Nos colamos en una fiesta privada en la plaza de la catedral, paseamos por la costanera para ver la luna llena reflejada en el mar, y (miren que poético) con el alma llena de belleza nos fuimos a dormir.

Al morro voy en guagua

Después de probar las aproximadamente doscientas cosas distintas del desayuno, decidimos recorrer las 3 Torres del Morro.
El Morro es una fortificación construída por los españoles por el 1500 que custodia la entrada a la bahía. Es exactamente un castillo de piedra como seguramente habrá en Europa, con un pozo profundo, un puente levadizo (del que solo quedan las cadenas) y un faro en la punta, todo rodeado por un murallón impresionante. Desde allí se puede ver la ciudad de La Habana.
Paseamos un rato y decidimos irnos (no había demasiado más), pero nos encontramos con un problema: ¿cómo volver?. Lo más lógico: en taxi... que no pasaba. Preguntamos a la señora que está en la entrada y nos sugirió un guagua (colectivo de línea). El pasaje cuesta 0,50 pesos cubanos (que no es lo mismo que CUC)... que no teníamos. Ahí mismo sacó de su bolsillo y nos dio una moneda sin aceptar a cambio el cuc que le ofrecíamos. "Ustedes son turistas, pero sobre todo, argentinos", nos dijo. Y unos minutos después nos estabamos subiendo a un bus entre gente, ¡motos y bicicletas!. Cuando vimos un edificio conocido, decidimos bajarnos. Estabamos frente al Museo de la Revolución, y para allá nos fuimos.

Mañana continúa y termina.

marzo 18, 2009

Cuba, capítulo 4

Viene del post de abajo, del de más abajo y del de más más abajo.

Hotel Nacional de Cuba o esto no es para mí

Las opciones originales del paquete a Cuba incluían dos días en La Habana en el Hotel Tryp Habana Libre, pero como lo terminé armando a mi gusto, cambié por un solo día y en otro hotel. Podía ser el Meliá Cohiba, el Sevilla o el Nacional de Cuba. Al primero lo descarté porque era muy similar al de Varadero, y entre el Sevilla y el Nacional, preferí el de mayor historia.
El Hotel Nacional de Cuba está considerado monumento histórico, allí se alojan presidentes y personalidades del mundo que visitan el pais, y es lo más aristocrático que vi en mi vida. Tiene un lujo extremo pero conservador, los muebles son de ébano labrados a mano, los sillones de cuero reluciente y todos los pisos de mármol. Desde el portón de entrada hasta la puerta hay 50 metros. Cuando bajamos de la combi me pregunté qué estaba haciendo yo ahí.
Es uno de esos lugares donde no se puede estar en zapatillas, ni jeans desteñidos como los míos. Las damas pasean con alhajas de Tiffany y perritos chihuahua con collares de brillantes. Yo llegué en bermudas y remera de algodón.
La construcción es de 1930, tiene jardines imponentes desde donde se ve la bahía, y una galería con columnas altísimas, que rodean el edificio.
Es el único lugar en todo lo que ví de Cuba donde los cubanos no parecen cubanos. Desde el conserje al mozo del bar son desatentos y mala onda (pensé que era solo conmigo, pero busqué después referencias en Internet y la mayoría opinó igual). Cuando nos subieron las valijas le dimos 1 CUC de propina al maletero y casi nos patea. 1 CUC para ellos es como si acá nos dieran 100 $ (acalaro, para que vean que no estuve tacaña). Después nos mandaron al señor de seguridad para habilitar la caja (que hay que pagar aparte), porque la única recomendación que nos dieron antes de ir y durante nuestra estadía era que podíamos dejar cualquier cosa sin cuidado, excepto los pasaportes y los pasajes de avión. Nos enseñó a poner la clave y se fue sin saludar.
Yo estaba demasiado feliz para enojarme por esas cosas, así que lo despedí con un va fangulo y salimos a recorrer la ciudad.

La plaza de la Revolución

Hay determinadas cosas que uno no puede dejar de hacer si visita La Habana: andar en coco taxi, pasar por la Plaza de la Revolución, tomar un daiquiri en La Floridita, un mojito en La Bodeguita del Medio y ver el Museo.
Como no teníamos mucho tiempo, la idea era hacer mucho de una vez, y así salimos caminando para buscar un coco que nos lleve a la plaza. Estos no son simples medios de transportes. Los coco taxi te hacen un recorrido por la ciudad y los usan exclusivamente turistas. Terminamos arreglando en 15 CUC y el conductor (un muchachito de la edad de mi hijo) nos iba contando la historia de los lugares por donde pasabamos. Arrancó por la parte más conchetísima, unas casas que serían la envidia de los que viven en Barrio Parque. Alli está la facultad de medicina, en medio de un predio inmenso, y seguimos por una avenida larga y bien cuidada hasta llegar a la Plaza de la Revolución, donde está el monumento al Che, a José Martí y la entrada a las instituciones del gobierno. No sé qué idea tendría yo, pero no era lo que esperaba. A ver, el lugar es precioso, pero me imaginaba una plaza con plantas, flores, escaleras. Es un predio gigante de cemento pelado que da al Ministerio del Interior, en cuyas paredes está la imagen de Ernesto Guevara delineada en hierro. Es allí donde se hacen todos los actos políticos y se reúne la gente cuando hay manifestaciones. La miré de un lado, de otro, saqué varias fotos y fue suficiente. Nos trepamos nuevamente al coco y salimos a otra avenida grande en la "parte nueva" de La Habana, con edificios de más de 50 años, construídos por los norteamericanos con la moda de aquella época, medio psicodélicos y bastante feos, pobres, para terminar en la Plaza Central y ahí sí, empezar el recorrido por la maravillosa Habana Vieja.

La Feria, el Morro y ¡por favor dejá de gastar plata!

Frente a la Plaza Central está el Capitolio, que es muy parecido al de Estados Unidos y también al nuestro, y en la esquina siguiente el Teatro Alicia Alonso, que pareciera construído por Gaudí. Tiene el estilo que me recordó a La Sagrada Familia de Barcelona pero no tan iglesia y sí más teatro. Allí se presenta el Ballet de Cuba casi todas las noches, y es muy barato para los cubanos pero inaccesible para los extranjeros. Seguimos nuestro recorrido hasta la feria de artesanías. Dejamos a nuestro amoroso guía (que insistía en ofrecernos más tiempo porque le estabamos pagando un viaje completo y él no había cumplido) para caminar por los puestos. La feria es igual a las de todo el mundo, pero quedé fascinada con los pintores cubanos. Los cuadros expuestos a la venta son maravillosos. El resto es artesanía local, y para desesperación de mi marido, yo elegía: "esto le llevo a Julia, esto a Gonzalo, esto a Diana, esto a María...". A los gritos me recordó que 1 CUC es igual a 1 euro y ya llevaba gastado 189. Es un cortamambo ese tipo.
Frente a la feria está el morro, que son un montón de morros con nombres distintos. El de la punta es el que tiene el faro, de donde se tira Halle Berry en una de James Bond, y al costado está una especie de fortaleza (parecida a un castillo) todo esto construído por los españoles allá por 1500. Esta última es donde se asentó el Che con su grupo de gente cuando tomaron la ciudad de La Habana. En realidad, la conocimos por dentro la mañana siguiente porque para llegar hasta allí hay que atravesar un túnel, unico camino, así que continúamos por esas callecitas parecidas a San Telmo, pero mucho más pintorescas, hasta aparecer en La Floridita para tomarnos un daiquiri con Hemingway.

Continúa mañana. El viernes se termina, lo juro.



marzo 17, 2009

Cuba. Capítulo 3

Viene del post de abajo y del de más abajo.

Buscando a Nemo

Dentro de las cosas incluidas en el hotel, había paseos en botes a vela. Por supuesto, nos trepamos a uno (de los que se ven en el video) y partimos cual Colón a descubrir nuevos mundos. El paseo llega hasta un pequeño cayo (Cayo Piedras), bordea la punta de la península y vuelve. En ese mismo barquito, previo arreglo con su capitan, fuimos al día siguiente a bucear. Uno puede elegir dos opciones: alquilar el equipo completo e ir en un yate de la marina, o ser pobres como nosotros y hacerlo con snorkel. A unos tres kmts. de la costa hay unas piletas de corales, de entre 5 y 7 metros de profundidad que se usan para estas prácticas. Te proveen de escafandras, snorkel y chalecos salvavidas. Cuando llegamos al lugar, el instructor nos aconsejó usar el chaleco, al menos hasta reconocer la zona y después sí, sumergirnos con todo placer. ¡Justo a caña hueca le van a decir semejante cosa! ¡Yo, que me hacía 15 largos en la pileta del club de mi pueblo!. ¡Ja!, me saqué el chaleco antes de llegar incluso, y me tiré de cabeza para ver las bellezas marinas. 30 segundos después estaba pidiendo socorro a gritos. Descubrí a los golpes que la presión del agua suele ser desesperante en mar abierto y sobre todo, que tengo los pulmones demasiado llenos de nicotina y me hundo con mucha facilidad.
Una vez segura con mi chalequito, me mezclé con bichos de todos colores, esponjas, plantas de flores raras y "peces lagartos" que cuando venían para mi lado, empezaba a sacudir las manos con fuerza para auyentarlos.
Al regreso, me dieron una caña de pescar y me dijeron "a ver que atrapa la dama". ¡Atrapé una piedra!. Tiré y el anzuelo se enganchó en el fondo. El cubano todavía me está puteando.

Miscelaneas

La habitación era perfecta excepto por dos cosas: en el toilette te dejaban unas cajitas mononas con jabón líquido, jabón en barra, crema para el cuerpo, dentífrico y shampoo. Crema de enjuague ni hablar. Esa tenías que comprarla en sachet a 8 CUC (8 euros) en el shoppincito del hotel. Obviamente, no usé crema de enjuague en 7 días.
El baño tenía inodoro y bidet. Bidet español. A ver si me entienden: ese que tiene el piquito arriba y que viene sin manual de instrucciones. Probé todas las formas posibles: de frente, de perfil, boca abajo, boca arriba, y no logré acertar el chorro al lugar que corresponde. Tampoco usé el bidet en 7 días.

La prostitución es muy común en hoteles de esta categoría. Aclaré en un comentario que en Cuba está prohibida la prostitución femenina, es decir, las cubanas no pueden ingresar con extranjeros, por lo tanto, los extranjeros las traen de República Dominicana, o de Puerto Rico o de por ahí. 50 euros para ellas es lo que ganarían en 6 meses de trabajo en su pais. Eso les pagan por "acompañamiento" de una semana. Y comer todos los días. Todavía me duele el alma por ver a una nena (no tendría más de 16 años) haciendo de cortesana de un italiano repugnante, parecidísimo a Franco Macri pero más decrépito, con una panza que parecía de 9 meses de embarazo.

En Cuba nadie sabe quien es Hilda Molina. Con la bocota que tengo, me paré ante cada cubano que ví y le pregunté que opinaban del caso. Como no tenían idea de qué les hablaba, me la pasé cruzando sms con Sonia para pedirle la dirección del blog. Tampoco tienen Internet, excepto en los hoteles. Una computadora cuesta 700 CUC y el servicio de banda ancha 60. El estado se los provee solo a los científicos, el resto de la gente no accede a semejante modernidad, ellos ganan 14 CUC por mes. Sin embargo, les interesó mucho y me pidieron que les consiga la dirección de la casa (¿de dónde voy a sacar yo semejante cosa?) porque allí todos usan el correo ordinario. A pesar del miedo que tienen a Fidel, se pusieron inmediatamente de su lado. Menos mal que esta "revolución" la armé los últimos días, o ustedes me tendrían que ir a rescatar de una cárcel en Sierra Maestra.

Lydia es una señora que tiene un puestito de artesanías en el camino a la playa. Todos los días me quedaba conversando un rato con ella, contándole cosas de Argentina. Su sueño era conocer la nieve y la casa "donde nació nuestro querido Che". Tiene 60 años y me hablaba de sus recuerdos de la revolución. Militó en el partido comunista, es maestra y habla 4 idiomas a la perfección, aunque ella dice que "el ruso cuesta un poquito". El día que nos volvíamos fui a despedirme y me dio un abrazo grande y una muñequita negra vestida con ropas de su patria.

Otra de las atracciones del lugar es nadar con delfines. El delfinario estaba pegado al hotel, podíamos agarrar dos bicicletas o ir caminando. Una mañana me desperté decidida a desayunar temprano e irme. Menos mal que pregunté el precio antes. 99 CUC (99 euros) por persona. Los delfines se privaron del gusto de conocerme.

Y Varadero va quedando en el camino

Normalmente, después de una semana empiezo a extrañar mi casa. Esta es la primera vez en la vida que no quiero volver. Me costó decirle "hasta siempre" a Aimeé, a Rony, a Rita, a Sergio, a Ulises, y a todos los que esos 7 días nos atendieron mucho más allá del precio que pagamos, solo porque eramos argentinos. Las playas son increíbles, el mar parece pintado, el hotel era una belleza, pero la calidez de la gente no se compara con nada.
Ahora ibamos a conocer Cuba. A la una de la tarde partimos para La Habana.

Continúa mañana....

marzo 16, 2009

Cuba, capítulo 2

Viene del post de abajo. (pueden mirar el video de nuevo, ¡con el trabajo que me dio!)

Habíamos quedado en que me metí en el agua y me congelé. A ver que les explico...


Normalmente la temperatura del mar Caribe está entre 25 y 30 grados, excepto entre principios de noviembre y principios de febrero, porque las corrientes del norte traen agua fría (y eso marca que están en invierno). “Por culpa de los gringos” dicen los cubanos, el ecosistema está cambiando de tal manera que ahora los inviernos duran casi dos meses más. El turismo sería lo menos importante, lo grave es que la fauna marina está sufriendo las consecuencias. De todos modos, y acostumbrados como estamos los argentinos al agua helada de nuestro mar, no fue un impedimento y me pasé horas metida hasta el cuello, mirándome los pies sin poder creerlo (que los pies mios son horribles ya lo sé, lo que no podía creer era la transparencia del agua y el color verde esmeralda).

Diarios de motocicleta

No pensaba irme de Varadero sin conocer el pueblo, que está a unos 10 kilómetros de los hoteles. Uno puede tomar un coco taxi (cobran una fortuna), un bus de turismo (de dos pisos, con la parte posterior sin techo) o bien alquilar una motoneta. Mi marido que tiene una fantasía muy desarrollada, soñaba con emular al Che, así que nos subimos a una scutter, nos pusimos el casquito rojo y partimos a recorrer el mundo. Bah, unos pocos kilómetros de mundo.

Si los argentinos manejamos mal, ustedes no se imaginan lo que son los cubanos. Si no morimos arrollados por un Fiat 125 modelo 58 es porque era poco glamoroso. En el camino, y con la estupidez que me caracteriza, veía gente haciéndome señas, y yo pensando que me saludaban, les contestaba de la misma manera. Después me enteré que me querían avisar que teníamos fuera de lugar el pie de estacionamiento. Igual llegamos sanos y salvos.

Debo ser honesta, el pueblito es pintoresco pero medio feito. Limpísimo, prolijo, pero muy pobre y chiquito. Hay una feria artesanal, un centro comercial, un banco y muchas escuelas. Eso sí, tiene unas playas públicas increíbles. A la entrada un cartel anunciaba: “Prohibido entrar con animales cariñosos” (supongo que se referían a mascotas). El chiste fácil de mi marido fue: vos podés entrar porque cariñosa no sos.

Babel

Por supuesto, en los hoteles no hay cubanos, excepto los que atienden, y la mayoría de los turistas eran personas de edad avanzada. Argentinos muy pocos, nosotros y dos parejas jóvenes más, la mayoría eran italianos. Pido disculpas y espero que nadie se ofenda, pero ¡qué lacra son los italianos! (Sonia, desde el amor). Los odio, los detesto. Se juntan y parecen loros barranqueros. Son sucios, antipáticos, desagradables, despectivos, ladrones. Fueron tan irrespetuosos con los cubanos que estuve a punto de terminar a las trompadas con cuatro para defender a una camarera. Ellos pretendían romper las reglas porque “pagaron para que los del tercer mundo los atiendan como, cuando y donde quieran”. En la parte de “Restaurantes” les cuento la anécdota. Si uno le pregunta a un cubano quien considera el peor extranjero que visita su patria, te dicen sin duda ¡¡los italianos!! . Posiblemente estoy cometiendo el mismo error del que siempre me quejo: juzgar a un país por 200 tipos. Pero estos 200 que estaban en Cuba dejaron a Italia para la miércoles, créanme.

En orden de cantidad, seguían los canadienses (muy correctos y serios) y los alemanes que empezaban a tomar cerveza en el desayuno y para las 4 de la tarde cantaban en su idioma y se caían a la pileta de puro borrachos. Me resultaron simpatiquísimos.

Una tarde pasé por uno de los bares donde los músicos estaban cantando “Hasta Siempre” (la escuché unas 398 veces allí) y me quedé escuchando. Cuando terminaron, uno de ellos me miró y me preguntó si quería que tocaran algo especial. Les pedí la canción para Chile de Pablo Milanes, y les dije: “Para una amiga chilena que vive en Alemania y extraña su patria”. Como los cubanos hablan 4 idiomas, tradujeron lo que dije y empezaron a cantar. Los alemanes se me vinieron encima hablándo ¡en alemán! Y yo les contestaba en ¡perfecto castellano!. No tengo idea que nos dijimos, pero nos reímos un montón y terminamos a los abrazos.

El resto eran franceses, mexicanos, algún inglés y ningún español. Dos días después llegaron algunos argentinos, pero nada que mueva el amperímetro en las estadísticas de cantidad.

El suicidio de Gardel

Para los cubanos, Argentina no solo es sinónimo del Che, sino de Gardel (lo siento uruguayos) y del tango. Todas las noches el hotel ofrece distintos espectáculos que van desde bailes típicos, magia, canto, fiestas de galas hasta un homenaje a distintos países. ¿Qué iban a hacer para el nuestro? ¡Bailar un tango, por supuesto!. Cuando lo anunciaron esperé ver el famoso baile de salón que muestran las películas yanquis y que no se parece en nada a lo nuestro, pero me sorprendí cuando apareció la bailarina con un impecable vestidito negro, tajo al costado, y zapatos de taco. Hizo algunos pasos muy bien aprendidos y unos segundos después entró el bailarín. Todavía me duele la panza de tanto reírme. Gardel se hubiese suicidado antes de morir en el accidente, los malevos de Boedo se dedicarían al bricolaje y los bailarines de Señor Tango se tirarían al riachuelo. El muchacho llegó con un hermosísimo enterito de lycra ajustaaaaaaaado, color rosado con la pechera llena de lentejuelas plateadas que brillaban más que las estrellas. No puedo decirles si bailó bien porque a esa altura estaba tirada debajo de una mesa convulsionando por las carcajadas.

Comer o comer, esa es la cuestión

El problema con estos hoteles es que uno come como pollo de criadero. Empezando por el desayuno, en que quiere probar hasta las morcillas (¡los alemanes desayunan con morcilla, por dios!), hasta los panqueques, los jugos, las frutas…. Y para cuando termina, ya es casi la hora de almorzar.

El hotel donde parábamos tenía 3 restaurantes con servicio a la carta (había 2 más self service), para la cena, previa reserva que se realizaba a la mañana, donde uno elegía el horario y en cual quería comer. Obviamente probamos todos. Primero pasamos por el “Romántico”, con luz de velas, un negro gigante (con el que me encontré una tarde y me contó la historia de su vida, como siempre, yo hablando hasta con las piedras) que tocaba el saxo. ¿Qué cenamos? Por supuesto langosta y champagne. Lo peor es que no me gusta ninguna de las dos cosas, pero son caras y eran gratis…

Después está el Pepermonte, un restaurante italiano donde todos comen pastas menos yo que pedí carne al horno. Aquí los músicos son 3 y tocan temas cubanos. Cuando me saludaron y descubrieron que era argentina, ¡me dedicaron un tema de Los Ratones Paranóicos!.

Por último está el Conuco, de pescados y mariscos. Ahí ocurrió el problema con los italianos. Cuando uno entra, lleva una tarjeta con su reserva, te recibe un señor muy amable, busca la mesa asignada y te acompaña hasta ella. Estaba comiéndome el bacalao que ven en el video, cuando entraron 2 parejas de itálicos. Sin dirigirle la palabra al portero, pasaron y se sentaron. La supervisora (capitana le llaman ellos) se les acercó y les pidió que fueran hasta la puerta e hicieran lo correcto: entregar la reserva, etc. De más está decir que no tenían, pero a los gritos empezaron a pedir ¡por el gerente del hotel!. La chica les contestaba amablemente (en italiano, ya les dije que los cubanos hablan muchos idiomas) que no había excepciones, por lo que esta gentuza se levantó, tiró los platos y los vasos y empezaron a insultar a Cuba y a toda Latinoamérica al grito de “tercermundistas”. Al final se fueron (después de unos 10 minutos) pateando todo. Lo único que dejaron en evidencia era justamente, la diferencia de educación entre unos y otros. Más tarde el mozo nos contaba que era muy común que hicieran estas cosas porque se quejan de mala atención y piden como compensación una semana de alojamiento gratis. Que ratas, por Dios (otra vez, desde el amor, Sonia).

Continúa mañana...




marzo 15, 2009

¿Y cómo hago para contarles esto sin blog?

Ya sé que dije "se terminó No seré feliz" y no es del todo mentira, pero uno no viaja a Cuba todos los días, y ¿a quién le va a contar su experiencia si no es a los amigos?.
Podría escribirlo en un e-mail colectivo, pero seguro que dejo a alguno afuera, así que pensé: ¿cual es la manera más cómoda de que lo lean todos?. El blog, por supuesto.
Voy a ir contándoles por capítulos diarios (o me van a odiar) los detalles del viaje. El videito que pongo al final de este post (dura 7 minutos, me lo ven completito que me costó flor de trabajo hacerlo, gracias Oz por la paciencia) incluye los 8 días que estuvimos, por lo tanto verán cosas por adelantadas al relato. Pueden mirarlo varias veces si quieren....
Ahora sí: acá empieza la historia

CUBA - MARZO 2009

La tormenta del siglo (creer o reventar)

El martes 3 de marzo todos los canales de televisión anunciaban alerta meterológico para la noche. Interrumpían hasta la transmisión de "Pelito" por Volver para pedir a los porteños que no salieran de sus casas, pues se venía lo que llamaban "la tormenta del siglo". Exactamente a la misma hora que nosotros teníamos que subir a un avión con rumbo a Panamá.
A las 10 de la noche llamé por teléfono a todos los números agendados en el directorio para pedir a sus dueños que abran tijeras, hagan cruces de sal, recen a todos los santos conocidos, etc. para que pudieramos:
a) Llegar a Ezeiza (si Buenos Aires se inunda, el único medio de transporte es el bote)
b) No suspendieran el vuelo
c) Saliera a horario (teníamos 1 hora para combinar con el próximo a La Habana).
Tanto pedí, que la tormenta del siglo solo fue una lluvia leve.

Panamá, Ruben Blades y ¿dónde estan las sonrisas?


Hay una publicidad de Copa Airlines (la que usaríamos nosotros) con Ruben Blades diciendo: "Ven a Panamá, acá las sonrisas son gratis". Debe ser por eso (porque son gratis) que las amarretean tanto. El aeropuerto de Tocumen es un lugar de tránsito al que llegan montones de vuelos con combinaciones a todos los destinos del mundo, y como también es puerto libre, el free shop es un gigantesco mercado de electrónica. A pesar de la antipatía de los panameños, a los 10 minutos de haber llegado ya había gastado la mitad del dinero que llevaba para todo el viaje en una cámara digital Lumix profesional. Mi marido todavía me está insultando, pero mi maquina es fabulosa...
Menos mal que no tuve más tiempo para seguir mirando....

Cuba, la más bella

A la una de la tarde, hora cubana, habíamos llegado al Aeropuerto José Martí de La Habana donde nos esperaba una combi ultramoderna para llevarnos a Varadero. En el trayecto, la guía (una polaca a la que no le entendí un pomo), nos fue contando la historia de todos los lugares por los que pasabamos. Circunvalamos la ciudad de La Habana rodeando el mar y para mi sorpresa, junto a unas playas maravillosas los edificios estaban semiderruídos, parecido a los conventillos que tenemos aquí. Me quedé pensando en la bronca que le daría a Macri no poder expropiarlos para construir un nuevo Puerto Madero...
Pasamos por la fábrica de ron Habana Club, la usina que provee electricidad a toda la provincia de La Habana, construída por los rusos con material obsoleto, y aún así funciona, cruzamos un puente a 300 metros sobre un valle de palmeras alucinante e hicimos una parada en un barcito en medio de la nada donde según ellos, hacen la mejor piña colada del país. No tengo idea si es cierto, pero la tomé muy contenta...
Recorrimos un poco la ciudad de Matanzas, capital de la provincia donde se encuentra Varadero, y 10 minutos después entrabamos a la península. Varadero se encuentra en una península angostita (300 mts) y larga (24 kilómetros) donde están todos los hoteles del lujo del país. Los cubanos dicen que Varadero no es Cuba, y tienen razón.
Uno tras otro fuimos dejando pasajeros hasta llegar a nuestro destino: el Hotel Meliá Las Antillas, y ahí sí, me caí de soberano culo.

Si existe el paraíso, por favor que sea como Varadero

Tuve la oportunidad en mi vida de estar en hoteles hermosos, pero algo como este, creo que nunca. Gigante, cómodo, 360 suites, lago artificial, una pileta gigante, 5 restaurantes, 4 bares, yacuzzi, sauna, espectáculos nocturnos, disco, entretenimientos, barcos a vela, cayac, servicios de playa y todo, todo, todo lo que uno quiera comer y tomar a la hora que se le ocurra. En 7 días, excepto el desayuno, no tomé nada con menor graduación alcohólica del 20%. En este momento, en mi sangre hay más alcohol que glóbulos rojos. Y de paso, traje de recuerdo 4 kilos de más...

Alfonsina y el mar

Por supuesto, terminamos de registrarnos, tiramos la valija (casi pago sobrepeso en Ezeiza) y nos fuimos corriendo al mar. El hotel está sobre la playa, y para llegar a ella se pasa por unos puentecitos de madera que terminan en un bar en medio de la arena.
El Caribe estaba ahí, esperándome. Caminé despacio con los ojos cerrados para meterme lentamente en el agua y entonces si, tuve la absoluta convicción que estaba ¡en el mar de Alaska!
....

(continúa mañana)


El que prefiera ver el video en grande, puede ir acá: http://picasaweb.google.com/ginger.melusina/Cuba2009Recargado#5313514720053224338