Rápido. Son las siete de la mañana y debo vestirme, maquillarme y salir. Hubo un accidente en Panamericana, los heridos necesitan que los ayude. Y después me voy a Santa Cruz a limpiar pingüinos empetrolados. De allí con el tiempo justo, reescribo los guiones del payaso Malaonda porque no hacen reír a nadie. Me avisan que un enfermo de Lupus no tiene síntomas clásicos, le sucede algo más. Lo consulto con el Dr. House, nos peleamos un rato hasta que llegamos a un acuerdo, por suerte pudimos salvarlo en el último minuto de vida. Llego al Tribunal para ayudar a Denny Crain en la absolución de un inocente. No estoy muy segura que lo sea, pero como toda persona tiene derecho a defensa, no puedo negarme. Me arreglo el maquillaje y bailo el carnaval carioca en el casamiento del famoso y la famosa. Me cuentan algunos chismes de la farándula, nada muy creíble pero me río un rato. Le doy una mano a Cabak con las mediocres que tiene por panelistas: preguntale esto al entrevistado, ¿no ves que a nadie se le ocurre?. Tomo nota de las últimas novedades en medicina forense, para acompañar a Jordan Cavanagh en las autopsias. "El cuerpo habla" me dice. Suena el teléfono. Es Guillermo Andino para contarme la historia de una señora que se quedó sin casa porque se le vino el techo abajo. "Esperá que te comunico con Red Solidaria", le digo, mientras trato de descubir las pistas que me lleven a Alma. Juego unas fichas en algún casino de Las Vegas y de paso engaño a un sospechoso para obtener su ADN. Las huellas digitales quedaron en la taza de café. ¡Lo logramos!. Encontramos al asesino.
Ahora sí, me voy a dormir. Tanta actividad me cansa.
Indudablemente debo dejar de ver televisión.