Siempre hay alguien que está peor.


marzo 18, 2009

Cuba, capítulo 4

Viene del post de abajo, del de más abajo y del de más más abajo.

Hotel Nacional de Cuba o esto no es para mí

Las opciones originales del paquete a Cuba incluían dos días en La Habana en el Hotel Tryp Habana Libre, pero como lo terminé armando a mi gusto, cambié por un solo día y en otro hotel. Podía ser el Meliá Cohiba, el Sevilla o el Nacional de Cuba. Al primero lo descarté porque era muy similar al de Varadero, y entre el Sevilla y el Nacional, preferí el de mayor historia.
El Hotel Nacional de Cuba está considerado monumento histórico, allí se alojan presidentes y personalidades del mundo que visitan el pais, y es lo más aristocrático que vi en mi vida. Tiene un lujo extremo pero conservador, los muebles son de ébano labrados a mano, los sillones de cuero reluciente y todos los pisos de mármol. Desde el portón de entrada hasta la puerta hay 50 metros. Cuando bajamos de la combi me pregunté qué estaba haciendo yo ahí.
Es uno de esos lugares donde no se puede estar en zapatillas, ni jeans desteñidos como los míos. Las damas pasean con alhajas de Tiffany y perritos chihuahua con collares de brillantes. Yo llegué en bermudas y remera de algodón.
La construcción es de 1930, tiene jardines imponentes desde donde se ve la bahía, y una galería con columnas altísimas, que rodean el edificio.
Es el único lugar en todo lo que ví de Cuba donde los cubanos no parecen cubanos. Desde el conserje al mozo del bar son desatentos y mala onda (pensé que era solo conmigo, pero busqué después referencias en Internet y la mayoría opinó igual). Cuando nos subieron las valijas le dimos 1 CUC de propina al maletero y casi nos patea. 1 CUC para ellos es como si acá nos dieran 100 $ (acalaro, para que vean que no estuve tacaña). Después nos mandaron al señor de seguridad para habilitar la caja (que hay que pagar aparte), porque la única recomendación que nos dieron antes de ir y durante nuestra estadía era que podíamos dejar cualquier cosa sin cuidado, excepto los pasaportes y los pasajes de avión. Nos enseñó a poner la clave y se fue sin saludar.
Yo estaba demasiado feliz para enojarme por esas cosas, así que lo despedí con un va fangulo y salimos a recorrer la ciudad.

La plaza de la Revolución

Hay determinadas cosas que uno no puede dejar de hacer si visita La Habana: andar en coco taxi, pasar por la Plaza de la Revolución, tomar un daiquiri en La Floridita, un mojito en La Bodeguita del Medio y ver el Museo.
Como no teníamos mucho tiempo, la idea era hacer mucho de una vez, y así salimos caminando para buscar un coco que nos lleve a la plaza. Estos no son simples medios de transportes. Los coco taxi te hacen un recorrido por la ciudad y los usan exclusivamente turistas. Terminamos arreglando en 15 CUC y el conductor (un muchachito de la edad de mi hijo) nos iba contando la historia de los lugares por donde pasabamos. Arrancó por la parte más conchetísima, unas casas que serían la envidia de los que viven en Barrio Parque. Alli está la facultad de medicina, en medio de un predio inmenso, y seguimos por una avenida larga y bien cuidada hasta llegar a la Plaza de la Revolución, donde está el monumento al Che, a José Martí y la entrada a las instituciones del gobierno. No sé qué idea tendría yo, pero no era lo que esperaba. A ver, el lugar es precioso, pero me imaginaba una plaza con plantas, flores, escaleras. Es un predio gigante de cemento pelado que da al Ministerio del Interior, en cuyas paredes está la imagen de Ernesto Guevara delineada en hierro. Es allí donde se hacen todos los actos políticos y se reúne la gente cuando hay manifestaciones. La miré de un lado, de otro, saqué varias fotos y fue suficiente. Nos trepamos nuevamente al coco y salimos a otra avenida grande en la "parte nueva" de La Habana, con edificios de más de 50 años, construídos por los norteamericanos con la moda de aquella época, medio psicodélicos y bastante feos, pobres, para terminar en la Plaza Central y ahí sí, empezar el recorrido por la maravillosa Habana Vieja.

La Feria, el Morro y ¡por favor dejá de gastar plata!

Frente a la Plaza Central está el Capitolio, que es muy parecido al de Estados Unidos y también al nuestro, y en la esquina siguiente el Teatro Alicia Alonso, que pareciera construído por Gaudí. Tiene el estilo que me recordó a La Sagrada Familia de Barcelona pero no tan iglesia y sí más teatro. Allí se presenta el Ballet de Cuba casi todas las noches, y es muy barato para los cubanos pero inaccesible para los extranjeros. Seguimos nuestro recorrido hasta la feria de artesanías. Dejamos a nuestro amoroso guía (que insistía en ofrecernos más tiempo porque le estabamos pagando un viaje completo y él no había cumplido) para caminar por los puestos. La feria es igual a las de todo el mundo, pero quedé fascinada con los pintores cubanos. Los cuadros expuestos a la venta son maravillosos. El resto es artesanía local, y para desesperación de mi marido, yo elegía: "esto le llevo a Julia, esto a Gonzalo, esto a Diana, esto a María...". A los gritos me recordó que 1 CUC es igual a 1 euro y ya llevaba gastado 189. Es un cortamambo ese tipo.
Frente a la feria está el morro, que son un montón de morros con nombres distintos. El de la punta es el que tiene el faro, de donde se tira Halle Berry en una de James Bond, y al costado está una especie de fortaleza (parecida a un castillo) todo esto construído por los españoles allá por 1500. Esta última es donde se asentó el Che con su grupo de gente cuando tomaron la ciudad de La Habana. En realidad, la conocimos por dentro la mañana siguiente porque para llegar hasta allí hay que atravesar un túnel, unico camino, así que continúamos por esas callecitas parecidas a San Telmo, pero mucho más pintorescas, hasta aparecer en La Floridita para tomarnos un daiquiri con Hemingway.

Continúa mañana. El viernes se termina, lo juro.




Comentarios:
Qué viajecito Gin, te envidio bastante. Espero el resto del relato.
 
Que no termineeeee...

Que no termine!

Estupendo ginger y te cuento que la maquina que compraste es la que tengo, no se porque me habia confundido de modelo.

Igual me interesa en nombre del negocio, gracias..

Muackssssss
 
Pero NO! no queremos que termine!
Que siga, que siga...que siga...

(ahora léete "la consagración de la primavera" de Carpentier...)
 
Para la próxima tenés que llevar un perro en la cartera, a ver si te atienden mejor los pibes del hotel.
 
Gracias Halle!

Temperita, el local se llama Selectron (por lo menos así figura en la factura), pero no sé cual es el número de local. Abajo del nombre dice lo siguiente: Aeropuerto Internacional de Tocumen - Apartado 0831-00055 - Panamá.

Pal, ¿no puedo cambiarlo por uno de Agatha Christie que me divierte más?

Guty, mi marido dice que a los tipos les debe revolver el estómago pensar que un extranjero paga por una noche de hotel lo que ellos ganan en más de un año. Pero bueno, ¿qué culpa tengo yo?
 
Che, una pregunta: ¿quién vive en las casa conchetísimas???

Besos y consultas
 
Esas casas son del estado, Dudis, y por ahí está el consulado argentino, pero el resto no tengo la menor idea.
Posiblemente sea para los científicos de la facultad (porque eso es otra cosa distinta a nosotros: el gobierno le paga los mejores sueldos a los médicos e investigadores más reconocidos).
 
Que pena que el hotel no fuera tan bien atendido como todos los demas sitios. En cuanto a la feria, creo que yo gastaría igual... hay siempre mucho que ver (y comprar).
 
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