Y sí. Yo quería escuchar cantar en vivo a Canoura, así que me subí a un avión y me fuí a Uruguay.
Fue imposible que las personas que se encontraban en el Aeropuerto de Carrasco no supieran que estaba Laura allí, no sólo porque la reconocieron, sinó porque los gritos y abrazos que nos dimos no dejaron lugar a dudas que estabamos felices. Ahí nomás partimos a comer un chivito uruguayo. Se supone que la cantante debía conservar sus cuerdas vocales perfectas para la noche, pero parece que las tiene mejor de lo que supone porque no paramos de hablar. Hasta ahí todo era maravilloso, pero la magia empezó cuando partimos para el teatro. El
Solís sería el hermano menor del Teatro Colón de Buenos Aires. Es exactamente igual sólo que más chico. Como los artistas tenían que probar sonido, luces y esas cosas que hacen los famosos, me sumé a la caravana y para mi alegría, el director del teatro me permitió cumplir el sueño de ser la novia del Fantasma de la Ópera. Recorrí cada rincón del edificio, desde el escenario, subir y bajar pisos, hasta sentarme en el palco presidencial. Mientras tanto a Laura le iban llegando flores al camarín (como esos que una ve en las películas: un departamento de dos ambientes con espejos gigantes llenos de lucecitas) y servicio de catering para que no cante con el estómago vacío. Ella apenas probó un sandwichito, pero con Jorge Nocetti y Seba Larrosa nos hicimos cargo de que no quedara nada. La acompañé mientras se vestía, se maquillaba, se arreglaba el pelo y cinco minutos antes que empiece la función salí corriendo a ocupar mi butaca. La primera impresión fue ver ese teatro lleno, pero lleno de gente de todas las edades, desde la Primera Dama, diputados, periodistas, actores hasta los seguidores de siempre. Y cuando el telón se levantó me recorrió una emoción tan fuerte que no me voy a olvidar nunca. Laura canta en un escenario como si fuera el lugar natural de su vida: ella está cómoda allí, lo mismo que Jorge con sus cuatro guitarras (que mi hijo está envidiando) y Sebastián con esa desfachatez en el piano que no podés creer. Los uruguayos aman a Canoura. Cada tema era una fiesta, los aplausos cerrados le respondían a esa llegada tan especial que tiene con el público. Hasta ahí todo era perfecto, cuando en la mitad del show avisó que iba a cantar "Los hijos de Gardel", que me lo dedicaba y me daba la bienvenida a Montevideo. Yo no puedo explicarles el nudo en la garganta que se me hizo y por supuesto empecé a llorar como una Magdalena, y seguí llorando con los siguientes, para desconcierto y asombro del desconocido señor que estaba sentado a mi lado, que no entendía porqué vertía tantos litros de agua. Se me pasó casi cuando terminaba, pero la ovación fue tan grande, la gente la aplaudió de pié tanto tiempo, que empecé a llorar de nuevo (no quieran saber como me quedó el maquillaje). Hizo tres bises y así y todo no le permitían terminar el espectáculo.
Después tuve el gustazo de conocer a Laca, a Luly, a Paloma Mensajera, a Susana, que por supuesto, estaban en las primeras filas.
A la salida la esperaban periodistas (canal 12 de Uruguay filmó todo el show, si consigo que me manden el dvd lo cuelgo para que ustedes también lo disfruten), que como anécdota debo contar, se acercaron a preguntarme si yo "era la amiga argentina" para publicar ¡¡mi nombre, apellido y foto!! en el diario. También firmó autógrafos, se quedó un rato conversando con los fans y cargadas de flores nos fuimos a comer (comida mexicana). Increíblemente en el restaurante había gente que estuvo en el Solís y por supuesto, se acercaron a saludarla. Y nos fuimos a dormir felices por tanta emoción junta.
Ayer me llevó en un Canouratour a recorrer Montevideo y cada dos pasos alguien la felicitaba. Ella no se daba cuenta, pero cada persona que cruzabamos se daba vuelta a mirarla y decían: "¡¡mirá, esa es Laura Canoura!!".
Volví a Buenos Aires congratulándome por haber ido, todo fue increíble, desde la absoluta generosidad de esta mujer que me abrió su casa como si fuera mía, con ese sol de hija que tiene, con el trato gentil de los uruguayos, que pienso repetir la visita ni bien pueda, claro que antes la vamos a traer para acá, así nos canta Chamuyo Cafiolo y nos matamos de risa todos juntos.