Recuerdo, hace muchos años (yo andaría por los 17), leí en una revista de esas que hablan sobre gente rica y famosa, que el portero de un restaurante muy conocido y exclusivo de Buenos Aires, reconocía a las damas "patricias"* por el perfume que emanaban. A ver, no importaba que una se pudiera comprar el más caro del mercado, eso no les garantizaba clase. Lo que realmente las distinguía era que el mismo sea exactamente el que le correspondía a su personalidad. Aclaro que por esa época yo creía cualquier pavada que me vendían.
Desde entonces se convirtió en una verdadera obsesión en mi vida, buscar el aroma que fuera conmigo. Probé nacionales e importados, frutales, con olor a madera, florales, etc, pero ninguno me convencía. El tiempo fue pasando hasta que mi amiga Clota (que por entonces era millonaria y viajaba por el extranjero), me trajo de Nueva York EL perfume: Wish, de Chopard. Era ese y ningún otro. Había dado con el indicado. Y así andaba por la vida, con los zapatos agujereados pero perfumada como una reina.
Cuando se terminó quise reponerlo y me dí la cara contra la realidad: costaba lo mismo que dos vestidos, cuatro carteras y un trajecito sastre. Definitivamente mi tiempo de mujer con clase había finalizado.
Lloré lágrimas de angustia por mi caída violenta de status hasta que comprendí que un perfume no es suficiente para dar imágen de distinción. Es necesario también vivir consecuentemente, cosa que terminó por convencerme, y en cierto modo consolarme, que jamás llegaría a ese nivel.
Porque para eso debería erradicar de mi vida ciertos placeres celosamente guardados que conservo y creo no estar dispuesta a ello.
Jamás dejaré de comer los cubitos de caldo ni de tomar la esencia de vainilla cada vez que abra la heladera. Tampoco resignaré volver los sábados después de la una de la tarde y no llegar justo a tiempo para ver "Jineteando" por canal 9. Y ni que decir de abandonar la práctica relajante de sacarme los pelos de las piernas con las uñas. Y muchísimo menos tiraré los cds de Cacho Castaña ni me perderé la posibilidad de usar medias panty totalmente corridas y llenas de agujeros con las botas.
Por eso, creo que los años me volvieron una mujer sabia. Hoy por hoy, una frase me acompaña y me identifica, y no habrá nada que la pueda modificar: "por más que la mona se vista de seda, mona queda".
* "patricias": mujeres con apellidos ilustres y de gran porte, pertenecientes a las clases sociales más elevadas.
# posteado por Ginger : 9:39 a. m.
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