No puede negarse que estilos musicales hay para todos los gustos. Aún aquellos que son sordos tienen sus preferencias. Algunos abarcan amplios espectros y eligen distintos estilos que en general son bastantes opuestos. Otros son más conservadores y escuchan el mismo tipo de música toda su vida.
Los hay de gustos refinados que a la hora de decidir prefieren a Mozart o a Vivaldi. Son entendidos desde la cuna, porque distinguen cada variación en las notas. Tienen algo que los separa de los demás mortales, como si vivieran en otro mundo. Suelen ser dueños de casas en countries, y veranean en Europa.
También encontramos a los tangueros. Estos suelen ser extremistas e intransigentes: el hombre es hombre y cumple su rol de macho a la perfección. Lo mismo se aplica a la mujer. Son los que escuchan a Goyeneche, Julio Sosa o a Edmundo Rivero y sus letras son ley. Para ellos, así debe ser la vida. Sin embargo hay una variedad un poco más condescendiente que prefiere a Piazzola, se permiten ser un poco más liberales, pero nunca cruzan la línea.
Celia Cruz ofrecía diversión sin compromiso. La salsa, el merengue y los ritmos caribeños son bien recibidos por todos, aunque sin pretensiones. Es lo que hay, se toma o se deja. Muchos adoptan este ritmo con la convicción que será transitorio, sólo como pasatiempo de una época de sus vidas, donde no ha llegado el momento de asumir grandes responsabilidades.
La gente más joven cae rendida ante grupos que los identifica: Metálica, Guns and Roses, U2. Aturdimiento y desenfreno. Empiezan con idolatría y terminan con nostalgia cuando los años se les van sumando. En este grupo se pueden ubicar a los cantantes de rock locales, de cabotaje.
El folclore es bien recibido por aquellos tradicionalistas. Cada lugar tiene su exponente. No son iguales a los tangueros, pero tampoco se alejan de las doctrinas ancestrales. Su raigambre debe ser conservada pero con un aire más provinciano, más de campo. El tanguero es básicamente, de ciudad.
También están los melódicos, aquellos que dan una imágen de seguridad, continuidad y tranquilidad. Hay infintas variedades de estilos dentro de este grupo, y acaparan la mayor cantidad de seguidores. Serrat, Sabina, Montaner, hasta Luis Miguel, cada uno con lo suyo. Representan la imágen romántica de la casita con jardín, la pareja feliz y niños corriendo. Estos tienen como característica que una vez elegidos, rara vez dejan de ser escuchados. Es un camino sereno y apacible.
Por último están los nuevos ritmos bailanteros. Son una mezcla de muchas cosas y sin embargo, no se parecen a nada. Surgen de golpe y se imponen. Tienen una habilidad bastante desconcertante: repiten la misma música en todas sus canciones, carecen de poesía en sus letras, pero arrastran a miles de admiradores. Alcanzan un poder que los vuelve peligrosos, se convencen a sí mismo que son verdaderos artistas y trascienden el género. Su principal propósito, el inicial, es la recaudación. Ofrecen poco a cambio de bolsillos llenos. Cuando esto ocurre, se vuelven codiciosos. Y como fueron capaces de fanatizar a muchos, tienen una orda enceguecida de defensores que justifican cada uno de sus discos, trillados y obvios. Afortunadamente su vida de músicos es bastante corta. Alcanza con que surja otro con características similares, y los entusiastas cambian de bando.
La música es como la vida misma. Casi como el amor: la persona que amamos no es otra cosa que un espejo de la opinión que tenemos de nosotros mismos. Cuanto más fuerte es la atracción, más cercano el espejo. Aquello que sentimos que merecemos (aunque no lo sepamos) es lo que determina cómo será el objeto de nuestro amor. Y cuando el otro no sea el adecuado, debemos preguntarnos que desarmonía interior está reflejando.*
* (Gabriela Acher - Gracias Dudis)
# posteado por Ginger : 4:10 p. m.
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