Y después me preguntan por qué odio cumplir años. ¡Porque se me notan!. No importa cuantos tratamientos anti-arrugas use, ni las horas de tortura en un gimnasio que pase, tratando de mantener cada músculo en su lugar. Todo lo que consigo es que alguien, suponiendo ser generoso, me diga: "Estás muy bien para TU EDAD".
Los peores son los desconocidos. Más de un mocoso maleducado tuvo la idea de ofrecerme el asiento en el colectivo. Rápidamente se retractan cuando los fulmino con la mirada.
El "señora" y el "usted"ya son irradicables. Si alguno se confunde y me dice "señorita" soy capaz de besarlo apasionadamente en compensación, aunque después pienso que es peor: ¡supone que soy solterona!.
Hace tres o cuatro días, padecí (sí, porque una lo padece) la discriminación de los años, por culpa de dos damiselas veinteañeras que tuvieron la ocurrencia de ir a la misma hora que yo al RENAR.
Para quienes no sepan, el RENAR (Registro Nacional de Armas) tiene unos doce escritorios donde los empleados atienden distintos tipos de trámites. Por mi trabajo, me dirijo al de "Explosivos", para el cual hay destinado uno solo. Normalmente entro y salgo con cierta rapidez, ya que no son muchos los que se animen a pedir autorización para comprar dinamita. Sólo porque el destino la tiene conmigo, ese martes eramos tres. Una chica muy bonita, que necesitaba permiso para importar balas de cebita, con el número 46, yo con el 47 y otra niña de pelo largo, rubio y ondulado con el 48.
El empleado estaba atendiendo a un plomazo que pedía todo tipo de informes para poner en uso una cantera.
Llevabamos más de 20 minutos las tres, esperando, mientras el resto de los empleados se iban desocupando y quedaban libres.
Siempre es igual. Los tipos ven chicas apetecibles y les agarra el complejo de actor de telenovela mexicana: se pasan la mano por la cabeza, se arreglan el pelo, aclaran la garganta, entornan los ojos y hablan imitando a Arnaldo André en Amo y Señor: "Chicas, ¿las podemos ayudar en algo?" dijeron los estúpidos. Y yo, más estúpida, contesté: "no, gracias. Espero el empleado de explosivos". Me miraron totalmente desconcertados, porque no se dirigían a mí. "Si señora" respondieron, "usted sí, le preguntabamos a las chicas que están a su costado".
En general, suelo tomarme las cosas con mucho humor, excepto que se metan con mis años. Me levante despacio, dejé el maletín sobre la silla y caminé hasta el galán frustrado que había hablado. Lo miré y con voz monocorde le dije: "mirá querido, ya estás panzón y se te volaron unas cuantas chapas, y eso que según mis cálculos no llegas a los 30. ¿cómo se te ocurre que estas dos féminas van a fijarse en alguien como vos?". El muchacho abrió la boca sin saber que responder. De hecho, no dijo nada. Me dí vuelta y esperé pacientemente hasta que llegara mi turno.
Nunca más sabias las palabras de un viejo músico argentino, al que acusaban de ser mayor para las letras que interpretaba: "Te espero a los 40".
# posteado por Ginger : 7:52 a. m.
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