¿Ustedes pensaron que se iban a salvar de leer mi experiencia operatoria?. Se equivocaron. No hay nada que le guste más a un ser humano que detallar con todo lujo la manera como le cortaron un pedazo del cuerpo, o mostrar las cicatrices que quedaron (en este caso imposible, porque no tengo). Así que acá va. Y se lo leen completito, eh?.
La Admisión
Seis y media de la mañana estabamos en la clínica. La cirugía estaba programada para las ocho, el tiempo era suficiente. Claro que no contaba con el empleado de admisión. Después de media hora de espera, una cara de dormido y pocas ganas de trabajar me pidió "carnet de la Obra Social, documento y órden de práctica". Le entregué todo viendo como escribía los datos en una computadora... con un dedo. Quince minutos después me empecé a poner nerviosa. "¿Querés que lo haga yo?" le dije, a punto de sacarle el teclado. Me miró con cara de nada y por toda respuesta me soltó un discurso de memoria: "en este momento hay en emergencia nacional 7 personas que necesitan donación de órganos. ¿Dona los suyos?". Lo miré cada vez más preocupada y le dije: "la verdad, prefieron seguir teniendolos adentro, por lo menos mientras no me muera". "Es en caso que no sobreviva a la operación", me contestó. Le mostré mi carnet amarillito y verde del INCUCAI, lo miró, anotó y siguió. "¿Dona los órganos que le extraigan en la cirugía para investigación científica?". "No", le dije. Él anotó "SI". "Te dije que no, ¿porqué ponés que sí?" "¿Y para qué los quiere, si no le sirven para nada?" "De puro jodida que soy. Borrá y poné que no, haceme el favor". "Ahora no puedo, después lo cambio, A ver si terminamos que todavía hay mucha gente atrás suyo". Me fuí de admisión pensando en mi endometrio metido en un frasco a la vista de todos los estudiantes de medicina, y me recorrió un fresquito por la espalda.
El Anestesista
Me llevaron a una habitación (la 126, para los que quieran jugar y me dan un % si sale), donde una enfermera gorda me hizo desnudar y bañar con Pervinox. Cuando me miré al espejo lucía un hermoso color amarillo hepatitis, me dió una bata, me subió a una camilla y partimos.
Pensé en todos ustedes (lo juro) mientras iba mirando las luces del techo.
En la clínica hay unos diez quirófanos (o más, son los que alcancé a contar yo), uno al lado del otro y los pacientes son dejados en fila, todos con cara de susto. Enseguida se acercó un señor vestido de amarillo y se presentó como el anestesista. Me explicó el procedimiento y me dijo si tenía preguntas para hacerle. "Sí", le dije. "¿Usted es casado, tiene hijos, se gana bien en su trabajo?". Nos quedamos hablando un rato largo sobre los bajos sueldos en Argentina hasta que me avisó que había llegado el cirujano. Debe haber pocas personas menos fisonomistas que yo, y si tenemos en cuenta que lo había visto una sola vez en mi vida, hace más de un mes, reconocerlo entre la cantidad de gente vestida igual era una odisea. Un señor vestido de azul me saludó amablemente así que me dije: "es este!" y le contesté el saludo preguntando cuanto duraba la operación, si se acordaba de hacerme una lipo y si me iban a quedar marcas. "No sé" me dijo. "Yo soy el camillero".
Una vez adentro, el anestesista me contó que el último recuerdo con el que me duerma sería el primero que tendría cuando me despierte y por eso te hacían contar para atrás. "Empezá desde el 74.368 para abajo" me dijo. "¡Cómo desde el 74.368!, ¿no es desde 10?". "Sí, pero a mi me gusta complicarle la vida a los pacientes". "¡¿Usted no será anestesista trucho?, muestreme su zzzzZZZZZZZZZZZZ".
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Ginger... Ginger...
Abrí los ojos y alguien me mostraba una mano. "Decime cuantos dedos ves". "Muchos", le contesté. "Nunca fuí buena en matemáticas". Se largó a reir y me dijo: "Bueno, la anestesia no te mejoró pero tampoco te empeoró. Nos vemos en la próxima operación" y me llevaron a la habitación.
La misma enfermera gorda que me hizo bañar con Pervinox esperaba. "¿Estamos bien?" me dijo. "Usted no sé, yo tengo hambre", le contesté. Me ignoró y se fue. A las siete de la tarde ya quería irme a mi casa, pero tuve que esperar hasta las ocho de la mañana del día siguiente hasta que llegue el ayudante del cirujano, vea que efectivamente estaba en condiciones de volverme, me diera el alta y acá estoy, lo más contenta y feliz.
¿El relato fue largo?. Lo siento, una tampoco se opera todos los días, che.
# posteado por Ginger : 8:40 a. m.
haloscan |

