En general a las personas que se olvidan de todo suelen decirles "despistadas". A mi siempre me pareció un justificativo demasiado leve. Que alguien se comprometa a realizar una tarea, por ejemplo, y se olvide perjudicando a otros, más que "despistado" me parece "desinteresado" "irresponsable" o "el resto del mundo me chupa un huevo".
Ojo, no digo que honestamente no pueda ocurrirle. Me refiero a que si uno sabe que esas cosas le pasan con frecuencia, lo más lógico es usar un ayuda memoria.
Siempre me consideré una persona memoriosa. Eso sí, con memoria selectiva. Soy capaz de acordarme de las pelotudeces más grandes de mi historia y me olvido totalmente de las que realmente importan. Pero lo mío es enfermedad y no desidia.
Veamos, me acuerdo entre otras cosas que en segundo grado pinté el techo de una casa dibujada de color marrón porque quedaba mejor con el amarillo de las paredes, y no de rojo tejas.
Me acuerdo del día que Guty cerró su antiguo blog y puso un post que decía "Esto es un 404", o que la primera vez que subí al auto del Teta, tenía un asiento de bebé en la parte trasera.
Me acuerdo que en el primer comentario que intercambié con Sonia le pregunté si era de Independiente (su nick por entonces era Diablita) y ella me contestó: "Jamás, soy fanática de River". O que la protagonista de "El Tunel" se llama María Iribarne.
Pero no logro acordarme sin leerlo previamente, el apellido del Ingeniero con el que hablo todos los días desde hace dos meses, por un tema laboral. Y mucho menos la ubicación de las calles del centro. Ni siquiera los números de los colectivos que tomo con frecuencia.
Dentro de mi escala de gravedad, esto sería un diagnóstico intermedio. El problema es la cosa más cotidiana, más prosáica si me permiten.
Esta mañana puse el lavarropas mientras arreglaba mi casa. Una vez que el programa terminó, busqué el canasto, subí a la terraza y recién ahí me di cuenta que estaba vacío. No había llevado la ropa para colgar.
En otra época teníamos acopio de latas de choclo cremoso. Cada vez que iba al supermercado traía dos o tres, porque no me acordaba que ya había comprado. Llegamos a juntar más de 15. Por suerte superé esa etapa y ahora acumulo desodorantes para hombres.
Desde hace un tiempo estoy tratando de recordar como termina el cuento "El misterioso caso del Señor Valdemar", de Poe. Pero me olvido de buscar el libro, o de leerlo por Internet. El argumento lo recuerdo perfecto, pero el final es una verdadera incógnita.
Entre otras cosas, jamás memorizo los remates de los chistes, ni las películas que miro y mucho menos los nombres de los actores. Ni las caras de las personas o la ropa que usan. Puedo describir un cuadro a la perfección y olvidarme el título o quien es el autor.
Los médicos suelen catalogar este tipo de problemas con nombres complicados. Lo mío está calificado como "Memoria anterógrada" y tiene cura . Pero se trata de un tratamiento demasiado agónico y angustioso. Doloroso, triste, terrible. Recordaría todo pero sería una persona malhumorada y mi vida se volvería un calvario. Sopesé en la balanza del bien y del mal las consecuencias. Y decidí que prefiero seguir siendo lo que soy. Salí del consultorio sabiendo que de ahora en más deberé anotar todo.
Porque yo ¡no estoy dispuesta a dejar la cerveza!.
# posteado por Ginger : 11:34 a. m.
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