Siempre hay alguien que está peor.


septiembre 25, 2008

Bariló, Bariló...

Un año entero pagando todos los meses la cuota (era como tener expensas dobles), esperando desesperadamente que llegue el día (para dejar de pagar).

Y llegó. La menor de la casa, si no contamos al gato, el lunes se fue a Bariloche. Viaje de egresados. 9 días de excesos con el consentimiento de los padres que sonreíamos cuando los despedimos, rogando íntimamente no tener que salir corriendo porque la púber se agarró un coma alcohólico, o se quebró una pata esquiando, o cayó al Nahuel Huapi, o se sacó un ojo jugando al paintball, o lo peor de todo: nos llame al tercer día pidiendo un giro porque gastó hasta el último centavo que le dimos.

El primer dolor de cabeza es la valija. Dos días de viaje y siete efectivos en la ciudad. Pagamos extra para que los provean de ropa de nieve y barro que usan desde la mañana a la noche, pero no fue suficiente. Empezó la tortura cuando ví el montón sobre la cama: 6 jeans, 5 calzas, 5 joggings, 2 polleras, 12 (sí ¡12!) remeras manga corta y 8 (sí ¡8!)remeras manga larga, 6 buzos, 4 puloveres, 3 sacos tejidos, 2 juegos de pantalón y camiseta térmica, 3 cuellos polares con su correspondiente gorro (porque no es cuestión que no combinen), dos pares de guantes para nieve (los de ella y los del hermano) y uno de lana, 16 pares de medias, 10 bombachas (¡a ver si no alcanzan y tiene que lavar alguna a mano, todavía!), 2 bikinis para la pileta (¿cuál pileta?), 2 pares de botas (marrones y negras), 2 pares de zapatillas (cuero y tela), cepillo para el pelo, cepillito para el pelo, peine para el pelo, planchita para el pelo, rizador para el pelo, gomitas para el pelo, hebillas para el pelo, vinchas para el pelo. Maquillaje (los de ella y los míos), cremas (desmaquillantes, nutritivas, protectores solares, adermicina por las dudas, para labios, para manos), neceser con productos de higiene (shampoo, crema de enjuague, jabón, dentífrico, cepillo de dientes), celular, cargador de celular, mp3, cámara de fotos, cds. varios. Total: 2 valijas completas y una mochila.

Salían a la una de la tarde desde la puerta del colegio de Olivos (mi hija pretendía hacer este viaje dos veces: con su antiguo colegio y su nuevo colegio. Después de bajarla a la realidad a sopapos, se decidió a ir con el antiguo). Allí estabamos los padres esperando el micro, mientras los viajeros se reunían en una plaza cercana. Llegaron diez minutos antes con bombos, bengalas, papelitos, banderas, carteles, gritando y saltando, para oprobio del director que pasaba del color gris verdoso al morado hipertenso. Una hora después se iban acompañados por dos coordinadores de la edad de mi hijo, que miraban a las chicas con lascivia.

Al rato de la partida empieza la angustia. ¿Llegarán bien? ¿los choferes serán responsables?. Para aplacarla (a la angustia) están los celulares. Primera mensaje de texto: 3 de la tarde. "¿Cómo va todo?". "Le estamos pegando al coordinador por poner videos de Ricky Martin", contestaba. Segundo mensaje de texto: 3:45 de la tarde. "¿Y ahora que hacen?". "Un concurso de baile contra el San Andres" respondía. (¿Un concurso de baile arriba del colectivo?). Al quinto mensaje mi hija fue terminante: "Ma, dejá de romperme las pelotas", y apagó el celular.

Desde entonces llamó dos veces. En ambas puse el mismo disco: "Julia, por favor, no gastes en pavadas, abrigate, no gastes en pavadas, no tomes mucho, no gastes en pavadas, dormí un poco, no gastes en pavadas". Ahora llama al padre.

A ver, cuando fui a Bariloche de viaje de egresados me pasé 8 días sin dormir, tomé hasta el agua de los floreros, corrí, salté, grité y necesité un día de descanso para recuperarme. Pero ahora ¡soy la madre!, así que no me vengan con eso de "¡No seas hinchapelotas, que vos también lo hiciste!". Ya los quiero ver cuando les toque a sus niños. Les va a pasar lo mismo que a mi: 9 días con el corazón en la boca y un deseo desesperado por retroceder el tiempo y tener otra vez, 17 años.



septiembre 18, 2008

Toy Story

Cuando era chica tenía juguetes. Bah, como todos. Alguna que otra muñeca (nunca me gustaron demasiado), juegos de té en plástico que jamás usé, mucho menos la cocina de chapa con sus respectivas ollas de aluminio, sogas para saltar, un revolver con cartuchera que amaba, dos o tres autitos a cuerda (no se hagan los vivos, que no existía el control remoto en esa época) y varios peluches. A mi me encantaba crear mis propios juegos. Armaba maquetas de casitas con cajas de cartón y le diseñaba los muebles, pulía ramas hasta darles forma de arco, les unía un elástico e inventaba flechas con varas de metal liviano.

También tenía juegos de mesa. Un scrabell, el Teg y El Juego de la Vida. Pero de todos, el que más me gustaba era el "¿Quién es quién?", porque siempre ganaba. "¿Tiene bigotes, usa el pelo rubio?", le preguntaba a mis amigos, y acertaba.
Hoy por hoy los chicos siguen jugando a los mismos juegos que hace 30 y pico de años atrás. Solamente se modificaron un poquito.
El "Quién es quién" sigue estando, lo que cambiaron fueron las preguntas. Ahora los chicos dicen "¿Tiene tetas grandes?, ¿se depila la pelvis?" Pero en el fondo, es lo mismo.


Cuando yo era chica, quería parecer grande. Le sacaba corpiños a mi mamá y los rellenaba con bolitas de paraíso. Y así salía a la calle, sin importarme que se rieran de mí. Las nenas de hoy también quieren parecer grandes, pero en lugar de bolitas de paraíso compran en cualquier kiosco unas tetas de mentirita y tampoco les importa que se rían de ellas. Pero en el fondo es lo mismo.

Cuando yo era chica, los varoncitos jugaban con pistolas de plástico que lanzaban bolitas. Ganaba el que le pegara a más cantidad de chapitas, o de latas de tomate. Los varoncitos de hoy también, solo que como premio a su puntería les llenan un vaso con whisky, con cerveza o con gin. Pero en el fondo es lo mismo.
Cuando yo era chica tenía un Bambi de felpa y un osito peludo. Los chicos ahora tienen peluches con más variedad de animalitos. Pero en el fondo es lo mismo.

Cuando yo era chica me gustaba hacer experimentos. Tiraba cera derretida sobre una plancha de metal fría y formaba el hongo de la bomba atómica. También inyectaba agua a una planta de aloe vera y veía como se inflaba. Los chicos de hoy tienen aparatos para torturar muñecos, que gritan cuando les duele. Pero en el fondo es lo mismo.


Cuando yo era chica tenía una lanchita y un patito de goma para la bañadera. Los chicos de ahora también. En el fondo, es lo mismo
Es cierto que hoy los chicos están más incentivados. Es verdad que usan juguetes más sofisticados, pero son una copia de aquellos que teníamos. Nada ha cambiado. Si hasta duermen en las mismas cunas que usabamos nosotros. Con algunas modificaciones, pero en el fondo, es exactamente lo mismo.



septiembre 16, 2008

Mamerta no rima con inteligente II

Situación 1:

Carrefour Devoto. Jueves 11, góndola de materiales eléctricos.
Estoy buscando 4 lamparitas de 60. Las encuentro, quiero probar que funcionen. Las pongo en el probador. No prenden. Agarro otras. Tampoco. Empiezo a insultar a Carrefour, a Phillips, a los repositores de lamparitas, todo en voz alta. A mi costado un señor mayor me pregunta: "¿Quiere que la ayude?". "No sé, algo estoy haciendo mal porque no es posible que ninguna lamparita prenda", digo sin mirarlo. Una persona viene caminando por la góndola contígua y saluda al señor solidario: "¡Hola! ¿qué hace por acá, como anda la familia?". "Bien, bien", contesta el señor mayor y sigue viendo como lucho con el probador. Diez segundos después pasa otra persona y vuelve a saludar al señor solidario. "¡¡Ehhh!!, ¿lo mandaron a hacer las compras? Un gusto verlo". "Gracias, gracias", responde el señor. La lamparita que no enciende en el probador hace chiporroteo en mi cabeza. Que alguien encuentre un conocido en el supermercado no es raro, que dos seguidos pasen y saluden tan efusivamente es más dificil. Giro la cabeza, miro al señor con cara de signo de interrogación. El señor con gesto de disculpa me dice: "Me conocen por mi hijo". Mayor signo de interrogación en mi mirada. "Soy el padre de Maradona" dice "y las lamparitas no encienden porque el probador está desenchufado".

Situación 2

Jueves 11, 15:25 hs. Trabajo en una habilitación para la empresa de mi amigo Senador. Recibo documentación enviada por él, pero incompleta. Levanto el teléfono y marco un número. "Senado de la Nación, Despacho del Senador XXXX", me contestan. "Hola ¿Rubén?, pasame con XXXX por favor", pido. "En este momento está ocupado, ¿es muy urgente?" dice Rubén. "Sí, necesito unos datos ya mismo para terminar un trabajo, decile que son dos segundos". Musiquita espantosa. "Hola rusa, ¿qué pasó?" (voz del senador XXXX, con murmullo importante atrás). "XXXX, PELOTUDO, INFELÍ, TA QUE TE PARIÓ, NO ME MANDASTE LOS DATOS DE #### QUE ERA LO MÁS IMPORTANTE, MOGOCHO!!". Silencio total. Respuesta de mi amigo: "Esperá que levanto el tubo, que estoy en medio de una reunión".
No quiero saber con quien, ni que pensaron de mí, ni mucho menos, que pensaron de él por tener amigas como yo.

Situación 3:

Expotrastienda. Sábado 13, 21:00 Hs. Stand de una galería de arte importante donde expone un pintor amigo. Lo encuentro, charlamos un rato y me presenta a otro pintor de la galería. Mi amigo pregunta que me parece la muestra. "Algunos son muy buenos, otros unos mamarachos. Mirá eso" digo señalando un cuadro que está en otro stand. "¿Quién puede pagar por tener esa porquería en su casa?", insisto. "Ese cuadro es mío" dice el amigo de mi amigo.






septiembre 11, 2008

Antes viuda que cornuda*

No es que yo sueñe raro, lo que pasa es que mis sueños son muy realistas. Por ejemplo, una vez soñé que iba a Barcelona a visitar a Barbarita en colectivo. Tomaba el 333 en Ugarte y Panamericana y en un rato (después de cruzar un río) llegaba. Y hasta me llevaba un saquito de lana porque acá era verano y allá invierno. Es cierto que el 333 todavía no va a Europa, pero eso no significa que no pueda pasar en un futuro. De ahí el realismo, ¿se entiende?.

Hace dos noches me acosté, miré un poco de televisión y después me dormí.
La primer imagen (que recuerdo) era la de mi marido sentado en la cocina frente a mi, mientras yo le preguntaba por Violeta. "Estamos saliendo hace un tiempo", me respondía el infiel. Como llegó Violeta a mi cocina es un misterio, pero apareció de la nada y diciéndole "Jinete (¿¿¡¡¡JINETE!!!??, ¡¡se llamaban por un nick!! ¡¡No puedo estar casada con uno que use "Jinete" como apodo!!), si querés vuelvo en otro momento, porque ahora estas ocupado". Yo miraba a "Violeta" (Santo cielo, tal para cual. ¿Cómo va a llamarse "Violeta"?) y le decía "Relajate (¿yo diciendo "relajate"?), está todo bien. Eso sí, esperá en el pasillo que tenemos que arreglar unos asuntos familiares". Algo pasó en el medio pero me lo olvidé, porque lo siguiente fue "Jinete" diciendome que iba a buscar el auto para llevar a "Violeta" a su casa. Yo sabía (no me pregunten como) que ella era una compañera de trabajo. No es ninguna de las reales que conozco, les aclaro.

Supongo que me dio mucha bronca que la trajese a mi casa, porque me desperté de golpe. Miré el reloj: 4 y 16 de la madrugada. Me senté en la cama, le dí un empujón violento a mi marido que dormía de costado, dijo algo como "qqrrrrrreszzzZZZZzzz", se dio vuelta y siguió durmiendo.

Todo hubiese quedado ahí si no fuera porque me volví a dormir ¡y seguí soñando lo mismo!. Esta vez el escenario era nuestra antigua casa de Olivos, en remodelación. Estabamos el infiel y yo cuando "Violeta" apareció. Entró y empezó a opinar sobre el empapelado (¿qué empapelado? odio las paredes empapeladas). "Jinete" se acercó, la abrazó y le preguntó si era el color que prefería. Ahí me dí cuenta que la casa ¡era para ellos, no para mi!. "Violeta" me miraba mientras le decía: "Jinete, llamé dos veces pero como atendía ella corté, pero te dejé un mensaje en el contestador" (Indudablemente, esta es tarada ¿cómo no voy a escuchar los mensajes en MI contestador?). La siguiente imagen es de un lugar con mucha gente donde el infiel presentaba a "Violeta" ¡estando yo ahí!.

Me despertó el ruido del armatoste que tengo por despertador, pero la indignación iba en aumento. Empecé a darle trompadas a Gingero que trataba de taparse la cabeza con las dos manos mientras me gritaba "¿QUE TE PASA, LOCA?".

"¿Qué me pasa, traidor, infiel, desgraciado? ¡Vos a mi no me vas a andar engañando y mucho menos con una mugrienta de tu oficina!", le contesté mientras seguía golpeándolo. ¡"¡Y ahora juntas tus porquerías y te vas de acá, y que ella te planche esas camisas de mierda puro algodón que se arrugan todas!! ¡¡Te vas ya mismo con "Vio-le-ta", "Ji-ne-te"!!"

"¿Qué Violeta, cuál jinete?" me decía el infiel. No hay nada que me ponga tan furiosa como los cobardes que no son capaces de afrontar la situación y se hacen los desentendidos. Más enojada estaba.
"Esa, a la que le estás arreglando la casa de Olivos, la que tiene un gusto asqueroso y empapela las paredes"

El infiel me miró, dijo "es demasiado temprano para escuchar tantas huevadas" y se encerró en el baño, mientras yo le gritaba desde el pasillo "¡¡Claro, que me engañes con otra, que gastes una fortuna en ella y que me dejes por esa chirusa es una huevada!!"

Julia se despertó por los gritos y escuchó la última parte de la pelea. LLorando fue hasta la puerta del baño a reclamarle a su padre: "¿Porqué nos hacés esto, porqué engañás a mamá, porqué te vas?".

El infiel debía estar un poco cansado, porque le respondió despacio (siempre dentro del baño) "Julia, dejá de decir pavadas que no me voy a ninguna parte. Tu mamá SOÑÓ que yo la engañaba, ¿entendes? SO-ÑO"
Julia se secó las lágrimas con una media, me miró y me dijo: "Mamá, ¿vos sos pelotuda?", y dando un portazo se metió en su dormitorio.

Gonzalo estaba desayunando en silencio. Cuando entré a la cocina, en tono de súplica pidió: "Por favor, decime que soy adoptado".

Ya tomé precauciones. Puse el palo de hockey debajo de la cama. Si vuelvo a tener un sueño como ese, Gingero se queda sin dientes. Lo juro.

*El título de este post parece el nombre pedorro de un espectáculo de Sofovicho.

septiembre 10, 2008


septiembre 03, 2008

Rosa... de lejos

No me asustaba ir al médico. Lo que me daba pánico era el cuadro de la mujer pidiendo silencio a la entrada del sanatorio. Cada vez que preguntaba quien era, mi mamá respondía "es Rosa López, de joven".
Rosa Lopez era una señora que pasaba los 60 y trabajaba como enfermera hacía tantos años que nadie podía imaginarla teniendo una vida ajena a ese lugar. Y cuando digo "lugar" no me refiero a la clínica, sinó al cubículo donde se dedicaba a hervir  en una olla gigante, jeringas de vidrio y agujas de todos los tamaños. 

Para mí, Rosa López era sinónimo de inyecciones. 

Usaba una cofia en la cabeza y mocasines blancos, le sobraban muchos kilos y siempre se quejaba de dolor de piernas. Nunca la escuché diciendo una palabra amable a nadie, hoy intuyo que ella gozaba con la cara de terror que poníamos los chicos cada vez que se nos acercaba.

Una vez, yo tendría 8 ó 9 años, viajamos a Santa Fe porque uno de mis tíos estaba internado en el Hospital Cullen. El lugar era para mis ojos, inmenso. Pasamos consultorios, pasillos, escaleras hasta llegar a la sala de internación, y grande fue mi sorpresa cuando, al lado de la puerta ¡estaba la foto de Rosa López!. 

Desde ese día empecé a mirarla con respeto. Lo primero que hice al volver, fue contarle a mis amigos que Rosa era famosa. Que la conocían en el hospital de Santa Fe, y vaya a saber donde más. Todos queríamos colgarnos de su fama. Empezamos a visitar el sanatorio con cualquier excusa, solo para hablarle. "Rosa, mireme la mano, que me golpeé con el manubrio de la bici" "Rosa, me tragué un chicle". Competíamos por ver quien pasaba más tiempo con ella. Un día hasta la acompañamos a su casa. Vivía con un hijo discapacitado y no dejaba entrar a nadie, pero nos ingeniamos para llegar hasta el comedor. 

Tenía una mesa de madera oscura y un aparador lleno de figuras de porcelanas, pero la foto que la lanzó a la fama no estaba por ninguna parte. Colgaba de la pared un cuadro ovalado donde se veía a dos personas el día de su casamiento. "Deben ser los padres" nos dijimos unos a otros, sin animarnos a preguntar. Las diferencias entre esa señora y Rosa López pidiendo silencio eran muchas.

Tiempo después, Rosa se jubiló y murió. El hijo discapacitado quedó a cargo de una hermana y nunca más me acordé de ella.

Nunca más hasta hace dos o tres días que la ví en televisión. Era un informe sobre el estado de los Hospitales en la Argentina. El locutor decía: "Hasta los cuadros son viejos, miren sinó esta foto del año 1950". 

Y fue entonces, lo juro, hace dos o tres días, que me dí cuenta que Rosa López nunca fue famosa.