Siempre hay alguien que está peor.


septiembre 29, 2006

Normas de moral y buena conducta

Señora, Señor: Nada más importante en la vida que enseñarle a vuestros hijos reglas morales y de buena conducta. A tal efecto me permito sugerirles este instructivo video para aquellos jovencitos que se encuentran en edad púber.
Adjunto letra de la canción para que puedan entonarla con ellos.



Amo a Laura

Hagamos juntos, este crucigrama
Aplacemos lo otro para mañana
Cantar contigo, me llena de alegria
[sha la la la..sha la la la la]
Dejemos todo lo demas para otro dia
Quisiera besarte pero sin ensuciarte
Quisiera abrazarte sin dejar de respetarte.
Amar es saber esperar, es saber esperar, es saber esperaaaarrrr…

Amo a Laura, pero esperaré hasta el matrimonio
Amo a Laura, pero esperaré hasta el matrimonio

No voy a arrancar esa flor,
quien la destruya,
no seré yo…

“Joven, recuerda que el amor nace del respeto
que no hay nada mas hermoso en una pareja
que saber esperar juntos
ese momento maravilloso
que es la consumación del amor…
TU PACIENCIA TENDRÁ RECOMPENSA!”

Amo a Laura, pero esperaré hasta el matrimonio
Amo a Laura, pero esperaré hasta el matrimonio

No voy a arrancar esa flor,
quien la destruya,
no seré yo…


Señora, Señor: la rebeldía en los adolescentes es común, no desespere. Si se ponen muy ansiosos, recomiendoles este otro video:

http://www.youtube.com/watch?v=GXRCOdkHbPw

Tengan ustedes buenas tardes y una vida pura y casta.

septiembre 27, 2006

Fabulario

Con excepción de la poesía, me gusta todo tipo de literatura. He leído novelas, ensayos, biografías, cuentos. Sin embargo, tengo predilección por las fábulas; esos relatos breves, generalmente de animales humanizados que terminan con una moraleja.
¿Quien no ha escuchado alguna vez "La hormiga y la cigarra" o "La Rana y el Escorpión"?. De todas las fábulas que conozco, seleccioné la que (a mi criterio) es una de las más instructivas y me gustaría compartirla con ustedes. No tiene nombre, pero dice lo siguiente:

"Recorría una mañana Yaguareté, el tigre, los mil senderos de la jungla. Bello y elástico, buscaba, como siempre, algo para calmar su apetito. Fue entonces, cuando en un claro del bosque, vió a Che Cambá, el mono, ocupado en mordisquear unas bayas. Pero Che Cambá también lo oyó, con su oído adiestrado en detectar los peligros de la selva, y corrió presuroso a treparse a un yatay, el Árbol de la Calumnia. Astuto, Yaguareté, el tigre, al pie del árbol le dijo al pequeño simio:

- Oye, Ché Cambá... ¿Por qué no bajas? Baja, por favor.
Che Cambá negó con la cabeza.
-Baja - insistió Yaguareté, mañoso- Quiero mostrarte algo que encontré hoy en mis correrías.
-Mientes - dijo el mono - Lo que tu quieres es comerme.
-Baja. Ya he comido. No tengo hambre.
Che Cambá pensó y, curioso como todo mono, al fin dijo:
- Sólo lo haré con una condición
- ¿Cuál?
- Que te ates con aquellas lianas, de tal forma que no puedas moverte.
Yaguareté vaciló un tanto
- ¿Con aquellas? - accedió por fin.
- Sí - dijo el mono jadeante.
En un periquete, Yaguareté, el tigre, tomó las lianas y con movimientos veloces y felinos enrolló todo su cuerpo con ellas.
Quedó en el piso, inmovilizado.
- ¿Estás conforme ahora? - preguntó entonces, con la voz sofocada por el apretado abrazo de las lianas - Baja. Baja de una buena vez.
Che Cambá, pese a su ansiedad de animal curioso, meneó la cabeza.
- Hazte otro nudo sobre las patas delanteras - indicó -. Veo que aún puedes moverlas.
A regañadientes, Yaguareté obedeció.
-Baja ya. Baja de una vez por todas - pidió impaciente.
Che Cambá, el mono, comenzó lentamente a descender del Árbol de la Calumnia. Sin embargo, su cuerpo se veía estremecido por repentinos temblores.
-¿Por qué tiemblas ahora? - se ofuscó Yaguareté, el tigre- ¿A qué le temes? Si estoy tan amarrado que no puedo permitirme ni el más mínimo movimiento...
-No tiemblo de miedo. Tiemblo de nervios. Porque es la primera vez... -sonrió el mono-...que voy a culearme a un tigre"

Moraleja: No pidas nada con tanta insistencia. Puede pasarte lo que le pasó al tigre.*


*Del cuento Leyendas del Litoral, libro "El Rey de la Milonga" - Roberto Fontanarrosa

septiembre 26, 2006

Inauguración

En el día de la fecha, queda formalmente inaugurada la nueva sección de este, su blog amigo, titulada "Sé lo que hiciste el..." y que se encuentra al costado derecho de vuestros ojos.
La misma está en fase larvaria hasta que la Señora Baterflai, el Señor Erlich o el Señor Casciari me lleven el apunte y hagan un cuadrito como corresponde y no el armatoste que logré con mis propias e inteligentes manitos.
Dicha sección consiste en una suerte de efemérides de ustedes, queridos lectores, y la misma se irá actualizando diariamente con excepción de sábados y domingos que debo ocuparme de la familia.
Puede suceder también que algún día se atrase (es más, con anticipación anuncio que la semana del 9 al 15 de octubre no prenderé la pc.), por motivos varios a saber:
1) Que se me rompa la computadora
2) Que tenga exceso de trabajo, al punto de imposibilitarme la concurrencia a esta página
3) Que esté deprimida.
4) Que deba viajar por motivos: a) laborales b) de esparcimiento.

Aquellos comentaristas nuevos deberán esperar un año para figurar en "Sé lo que hiciste el...", o bien, mandar información adicional via e-mail sobre la fecha de su onomástico y/o actividad extra blogueril, si tienen la suficiente memoria para recordar lo que hicieron el mismo día, años anteriores.

En caso que:
a) El cumpleaños de algun comentarista resulte en día no laborable, (como el Señor Angel Gris, cuyo natalicio es el día sábado 7 de octubre), será recordado el día laborable próximo siguiente, o sea el lunes.
b) No encuentre comentarios, post o anécdotas de algún comentarista, se jode.

Todos y cada uno de los que han dejado su huella en esta página serán retratados en la nueva sección, a razón de tres por día, porque el coso ese me da un laburo bárbaro.

Notifíquese, y todo lo demás.

septiembre 22, 2006

Pequeño catálogo de deseos no cumplidos


A todos nos pasa que en el Debe de nuestra vida tenemos pequeños deseos no realizados. No me refiero a cosas de gran valor monetario muchas veces inalcanzables, como hacer un crucero por el mundo o ser dueños de un castillo en Inglaterra. Tampoco hablo de lo que queremos para los demás; esas son buenas intenciones. Ni de sentimientos hacia otra persona o habilidades que la naturaleza nos negó, ¡ya quisiera haberme casado con Sean Connery y escribir como Cortazar!. Yo digo esas pavaditas con las que soñamos y sin embargo no tenemos. Por ejemplo, siempre quise una amoladora. Confieso que todas las herramientas manuales me apasionan, pero por la amoladora tengo un amor especial. No sabría decir para qué exactamente la quiero, soy una inútil en trabajos manuales y lo más probable es que termine cortandome una mano al tratar de lijar una puerta, sin embargo me imagino vestida como Uma Thurman en Kill Bill, amoladora en mano, paseando por mi barrio. Y de ser posible, un destornillador eléctrico en la otra. Cada cumpleaños, cada Navidad ese es el regalo que pido. Y nunca me lo cumplen. Me regalan ropa, collares, pulseras, pero amoladora jamás.
También quisiera un par de botas blancas. De caña alta y con mucho taco. De antemano sé que no las usaría por diversos motivos, en especial porque el taco más alto que soporto es el de las zapatillas. Pero yo sueño con ellas. Hasta llegué a probarlas, de cuero, con cierre al costado. Las miré, las acaricié y las volví a dejar en su estante para terminar llevando unos mocasines.
Y un sombrero como el de Chaplin. Sin detalles, así nomás, negro, honguito. Porque yo soy una fanática de los sombreros. Quisiera ser inglesa para usarlos sin vergüenza; ponermelo en la cabeza y subir al subte como si nada, ir al cine, al teatro, con mi sombrero.
El problema no está en adquirir esas cosas, sinó en comprarlas sin culpa. La amoladora quedaría allí, en el fondo de la baulera, impecable, sin uso. Las botas tendrían un destino más cruel, se las pondría mi hija o se las prestaría a una amiga. Y el sombrero ocuparía un lugar en el perchero dejando alguna campera tirada sobre la silla.
Lo triste es que seguiré con mi lista de deseos incumplidos, mirando de reojo cada vez que los vea, allí, queriendo ser parte de mi vida y yo, negandome a tenerlos sólo porque no tiene sentido gastar en ellos.
Sin embargo, no sé que haría si los tuviera. Porque de ser así, mi catálogo dejaría de existir y debería buscar nuevos deseos. Y ya se sabe, no es fácil desear algo que no se cumpla.

(La foto es donación de una comentarista, a quien prometí no revelar su nombre, pero que vive en Bariloche)

septiembre 20, 2006

Faltan 182 días para el otoño...

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Y ahora, ¡a festejar bailando!



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La gente va llegando al baile, la gente va llegando al baile...
(BigJim quiere seguir de joda y aporta esta canción)


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Y este, su blog amigo, le dedica a Pal el siguiente tema de Leonardo Favio


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Nuestro lector Bernardo, pide este otro y dice: "con toda mi amistad para Angel Gris"


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Para que Duda llore; Roberto Carlos


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Desde Córdoba, para que Anaik recuerde sus picnic de primavera: La Mona Gimenez


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No hay fiesta de la primavera sin Charly


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Pal sigue bailando. Para ella, Los Prisioneros


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Los que se creen jóvenes como El Teta, escuchan este tema de Virus


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Y para mí, porque me recuerda a mi paso por la secundaria: Vox Dei


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Próximamente, en todas las disquerías del país:
No seré feliz - Vol. 1 En compactos y cassettes.

septiembre 19, 2006

La fama es puro cuento

Se supone que la televisión brinda un momento de diversión y relax después de un día laboral muy cansador, pero suele suceder (con bastante frecuencia) que de los 82 canales que provee mi servicio de cable, nada cubre mis expectativas. De cocina: ¡vade retro!, de aire: un plomazo, para infantiles estoy mayor, películas: todas aburridas, de series: Commander in Chief no me gusta, Could Case ya ví ese capítulo. Y así sigue mi dedo apretando la tecla "avance". Casi sin prestar atención, iba llegando al final de la programación cuando en MTV una cara en primer plano me resultó demasiado familiar. Tan familiar como si la hubiese parido. Cuando el aviso llegó a mi cerebro, había pasado unos tres canales. Volví casi temblando para comprobar que no me equivocaba: la que estaba ahí, saltando y gritando como una desaforada era mi hija. Mi cabeza era un contendor de signos de preguntas. ¿Qué hacía esta chica ahí? ¿cómo? ¿cuándo?. En ese momento entró mi hijo que llegaba de la facultad. "Gonzalo", le dije "pedí una pizza, no comas las albóndigas que provocan alucinaciones. Me parece estar viendo a tu hermana en la tele". Con la pasividad que lo caracteriza, giró su cara, miró el televisor y me respondió: "Ah, sí. A ese programa ya lo dieron diez veces", y como si nada, cerró la puerta y bajó a cenar.
La pantalla seguía mostrandola, ahora bailaba y decía algo así como "¡Qué bueno está Felipe Colombo!" mientras en un segundo plano aparecía una chica vestida de fiesta danzando con el galancete de moda. Para esa altura yo había recuperado la voz, y amorosamente la llamé para pedir explicaciones. Ofendida, se asomó;"¡¡¡MAMÁ!!, no grites que despertás a Mozart!" (en mi casa, el gato tiene categoría V.I.P.). "¿Me decís que hacés en la televisión?". "Ah, ese es el cumpleaños de Sole. Mañana pasan el de Ro y el jueves el de Lu. En esos tengo más letra". Levantó el gato del piso y salió caminando tan tranquila.
Juro no comprar jamás la revista Playboy. Por las dudas.

septiembre 17, 2006

0-3-0-3-456

A modo de continuación del texto anterior, Pal y Bater me recordaron un caso policial ocurrido el año pasado en el Chaco. Aunque hace mucho que no vivo allí, mi amiga Clota me mantiene al tanto de los sucesos importantes acaecidos. Como este por ejemplo:
(Ya saben, si son chicatos como yo, clic en la foto para agigantarla)





La gente se queja de nuestra policía, pero convengamos que a ellos siempre le tocan los trabajos de alto riesgo...



Aunque el verdadero problema se presentó cuando hubo de escribir el informe...



La modernidad no se detiene. Siempre es posible encontrar nuevos usos a la tecnología.



Pero nunca faltaran los vivos que quieran sacar partido de la situación.



Se crean nuevas maneras de lenguaje comunicacional.



Un simple llamado hace feliz a muchas personas.



Las compañías telefónicas, rápidamente se pondrán al día en materia de avances tecnológicos.



Ya se sabe que la ocasión hace al ladrón. Menos mal que no se trataba de una guitarra...

septiembre 15, 2006

Sex and the city

No hay caso, por más que intente hacerme la moderna nunca falta la noticia que me escupe los años en la cara. Aunque logre aprender a usar el control remoto del DVD o a subir una foto en Internet, no conseguiré jamás entender las nuevas relaciones humanas.
Cuando leo cosas como estas sólo consigo terminar desorientada.
Por ejemplo, ¿cómo se supone que es el cibersexo? ¿Dos personas entran en un chat y una le dice a la otra:

- Hola, soy Gretasex, me vuelve loca tu Arial.
- Hola Gretasex, soy Robopink. Ahora tengo el arial en 12, pero se pone mejor en 18.
- Ayyy Robopink, que maravilloso. Me gustaría que veas mi negrita.
- Vayamos a una sala de chat privado y te muestro las herramientas del sistema.
- Siii, encantada. Desfragmentame el disco, por favor.
- Abrí el panel de control, abrí!!
- Ya está, ya está!, mmmmm, que bien se ve el mapa de caracteres.
- ¡Y esperá que veas el Word Pad!
- Síiiii, siiií, asiiiiii, agregame más programas, asiiiiiiiiii
- retrocedé y avanzá, más rápido, más rápido.
- Aaaaahhhh, IMPRIMÍ, IMPRIMÍ
- Ahhhhhh
- Gracias Gretasex, me encantó tener sexo virtual con vos.
- A mi también Robopink. Una preguntita... ¿usaste antivirus, no?

Dejenme de jorobar, nunca habrá nada como el Kama Sutra.

septiembre 13, 2006

¡Qué me van a hablar de amor!

RECONTRA APDAPITE: Parece que no sólo soy bruta sinó que también lo demuestro, por causas que desconozco, toqué algo en la parte "Comentarios" y no se podía hacer uso del mismo. Espero haberlo solucionado. Y sino, alguien que me socorra, por favor!

Hay dos cosas puntuales que me marcan el arribo de la primavera. Una es que las calandrias ya no me dejan subir a la terraza y la otra, que mi memoria se empecina en recordar viejos amores pasados. Aunque nunca he sido muy enamoradiza, los que he tenido siempre fueron largos. Esto no quiere decir que perdiera el sentido de la contemplación: sucumbía ante un bonito ejemplar masculino, pero no por eso le entregaba el corazón y otras partes más expuestas de mi cuerpo. Bueno, tampoco resultaba fácil que mis deseos sean correspondidos, yo era de las que se catalogan como "simpáticas".
Mi primer pasión fue Rodolfo Bebán. Aprendí la hora solamente para saber cuando empezaba "El amor tiene cara de mujer". Esos ojitos grises (grises, porque en esa época la televisión era en blanco y negro) hacían que temblara cada vez que me miraban. Lamentablemente, poco tiempo después lo cambiaron por Chuck Connors y su rifle, y no me quedó otra alternativa que olvidarlo.
Cuando mi mamá me obligó a ir a la escuela, conocí el segundo amor. El primer día de clases lo ví, paradito, con su delantal blanco y su carita de ángel. Nada me gustaba más que sentarme enfrente suyo mientras jugabamos a la botellita, para elegir "beso" en caso que el pico me señalara. Él sabía perfectamente de mis sentimientos, y me juraba amor eterno el día que yo pasara por un cirujano plástico. La pasión se me acabó cuando se llenó de granos, tan cruel es la pre-adolescencia con los varoncitos. Por esa época llegó el tercero, que para ser honesta (Sandra, después de treinta años te lo confieso), ni siquiera me gustaba mucho, pero era familiar del amor de mi mejor amiga, y ya se sabe que por esa época lo más importante son las amistades; yo quería que nos dijeramos "primas". Tanto esforzarme por quererlo, para cuando llevaba tres años de perseguirlo hasta le tenía simpatía. El muchacho en cuestión era mucho mayor, terriblemente tímido y bastante pavo. A mediados de la secundaria, la pasión volvió a golpear mi puerta: esta vez por uno de los varones más lindos, amorosos y buenos que conocí. Yo era verdaderamente fea, y él tenía detrás a las chicas más agraciadas. Sin embargo, siempre tuvo una palabra amable hacia mí. Eso sí, pelota nunca me dió. Poco antes de irme a la facultad uno de los "star" (quien viva o vivió en un pueblo sabrá que siempre hay dos o tres por los que suspiran las muchachas) me hizo llegar su intención de noviar. Lo miré de un lado, lo miré del otro y me dije: "esto es mejor que nada" y así pasé un año aprendiendo apicultura y venta de ganado (el señor en cuestión era estanciero). Cuando me dí cuenta que las vacas no me interesaban, le dije adios. Ya en Resistencia conocí al que creo, fue la persona que más me hizo llorar en la vida, más lloraba y más me enamoraba. El día que lo ví por primera vez supe que "él" era el elegido, casi como supo Morfeo que Neo salvaría al mundo. Pero no pudo ser, el amor me quedó trunco por decisión suya, simplemente después de un tiempo se enamoró de otra. Ya por esa época me revoloteaba el que hoy es mi marido. Era lindo, era inteligente, era educado, pero no era Neo. Tanto insistió que un día lo acepté, como quien quiere ver que pasa. Esto fue hace veinticuatro años, y pasó que me casé, tuve dos hijos y hoy puedo decir con la más absoluta certeza: no me equivoqué.

(Le agradezco a Big la inspiración, y se lo dedico a Duda, para que vea que siempre hay algo más)

septiembre 12, 2006

Caminante no hay camino

Hay personas que viven su vida en un apacible color rosado. Serán medidas en sus juicios, no tendrán sobresaltos y resolverán situaciones extremas con gran sentido común. Ese, precisamente, no es mi caso. Lo mío siempre será blanco o rojo. Por ejemplo, años atrás tuve que hacer terapia porque padecía de vértigo. Pero vértigo en serio, el de no poder subir una escalera. Hoy practico escalada en muro (acá iría un auspicio de Perú Beach), porque es el único deporte que me gusta. Y cuanto más alto subo, mejor.
Con la religión me pasa algo así: soy atea confesa, de esas que no creen en nada. Aunque tuve una época de delirio mísitico y anduve evangelizando indios por el Chaco, en mí siempre prevaleció la razón sobre la fé. ¿A qué viene esto?, nada, excepto que dentro de quince días tengo que ir caminando hasta Luján. Hacer setenta kilómetros a pie, por bocona. Y lo más triste, es la tercera vez que me pasa. O sea, yo me encargo de negar a Dios, y Dios se encarga de hacerme quedar en ridículo. Ni siquiera son promesas, sino compromisos ante otros. La primera vez (hace muchos años) mi marido estaba sin trabajo y se nos venía el mundo encima. Un familiar insistía en convertirme, tanto persistía en su propósito que al sólo efecto de sacarmelo de encima le dije: "mirá, si consigue un buen trabajo antes de fin de mes, hago la procesión a Luján". Eso fue un día 23, el 28 lo llamaron de una empresa (en la que aún sigue) para que se incorpore al personal. Por supuesto, cuando le informé a este pariente que nuestro problema estaba solucionado, me recordó mis palabras. Y así durante dieciocho horas, con los pies ampollados pero la frente alta marché al oeste. Eso sí, de escuchar la misa no había dicho nada, así que, lo justo es justo, la omití y me tiré a dormir en las escaleras del cementerio hasta que un alma caritativa me llevara de regreso a casa.
La segunda vez estabamos ante la posibilidad de concretar un cambio importante, para el que necesitabamos el aval de un allegado. Todo parecía simple, excepto que al momento de realizarlo, el allegado se negó. Tanto lloraba yo, que una amiga tratando de calmarme, me trajo una estampita de un santo que jamás había escuchado nombrar: San Expedito. La acepté sólo para no desairarla, pero la pegué en el costado de la heladera, frente a la pared. Pasó un mes, la oportunidad se nos iba de las manos y yo aceptaba el fracaso como un hecho. No recuerdo que cosa estaría haciendo en la cocina (cocinar, seguro que no), que golpeé sin querer el refrigerador y San Expedito cayó a mis pies. Lo primero que me sorprendió fue la fecha de emisión de la tarjeta, casualmente el día de mi cumpleaños. Lo segundo, la iglesia donde se lo veneraba: Sagrada Familia, el colegio al que asistí en mi infancia, y lo tercero, que éste se encontraba en la provincia de Santa Fe, donde nací. La curiosidad pudo más que la herejía, y leí la oración. A modo de posdata, el santo prometía cumplir los pedidos a cambio de hacerlo conocer. "Ah bueno", pensé, "si este me consigue un aval, lo hago famoso". Yo no acostumbro a jurar en serio, pero les juro que a la media hora me llamó por teléfono una persona que acababa de regresar de Europa, y cuando le dije de nuestra dificultad, se ofreció inmediatamente a solucionarla. No me quedó otro remedio que contarle a todos que la causa de nuestra felicidad se la debíamos a un santo y a su cuervo procastinador.
El año pasado mis padres pasaban un momento terriblemente difícil de salud. Los médicos no me daban esperanzas con ninguno y yo no sabía como resolver la situación. Entre tanta angustia, recibí un llamado telefónico de aquel familiar que estuvo conmigo cuando no teníamos trabajo, y sus primeras palabras fueron "acordate de Luján". "Sí, me acuerdo", le contesté. "Pero esta vez no creo que sirva de mucho, tanto que acá el milagro debería ser doble. Creeme que me camino nuevamente hasta allá si se cumple". Y el milagro se cumplió. Y yo estoy preparando zapatillas y mochila para partir. Porque no creo en santos, vírgenes ni dioses. Pero que los hay, los hay.

septiembre 08, 2006

Últimas palabras


Si algo me preocupa en la vida, es dejar escrito el epitafio para mi muerte. Porque uno puede ser un desgraciado, un amarrete, un jodido, o una maravillosa persona, pero dentro de cincuenta años la única referencia nuestra será lo que diga en la tumba. Tampoco es cuestión de dejarlo en manos de la familia, ya se sabe que demasiado esfuerzo no pondrán. A lo sumo, el bronce dirá "Siempre estarás con nosotros" y quien lo lea tendrá la imágen de nuestro cadáver paseando de casa en casa, tan rígido y despeinado. O utilizarán esos textos largos que confunden y uno queda sin saber si el muertito era querido o tenía algún pariente escritor. En el cementerio de mi pueblo hay un epitafio de 1952 que me torturó durante años, hasta que mi padre me contó la verdadera historia. Dice lo siguiente: "AQUI YACE JOSE GARCIA, MUERTO EN SOLEDAD POR LAS MANOS ASESINAS DE ROBERTO PEREZ". Me partía de pena pensar en el pobre José, solito él y su alma, muriendo en manos de un asesino. Pero la realidad fue otra: José estaba en una fiesta en Soledad (pueblo de la provincia de Santa Fe) y se encontró con Roberto a quien debía plata. Discusión viene, discusión va, Roberto le tiró un vaso, el vaso se rompió y cortó el brazo de José. José era hemofílico y se murió desangrado. La madre de José que además de vengativa era previsora, hizo escribir ese texto en la lápida para que las generaciones posteriores elevaran a su hijo a la categoría casi de santo.
Por suerte, parece que no soy la única con esas preocupaciones. No es casual que el de Groucho Marx diga : "Señora, perdone Usted que no me levante", ni el de la suegra "RIP RIP Hurra", o el de Moliere: "
Aquí yace Molière el rey de los actores. En estos momentos hace de muerto y de verdad que lo hace bien".
Sigo pensando en el mío, todavía tengo tiempo. Seguro que me muero de vieja porque yo dejo todo para último momento.



septiembre 06, 2006

Medium

Soy una soñadora compulsiva. Pero no soñadora del verbo hacer castillos en el aire. De dormir y soñar toda la noche. Y de despertarme y recordarlos. Además, tampoco tengo un dormir contínuo, me despierto varias veces y empiezo de nuevo.
Hay sueños recurrentes, como por ejemplo andar desnuda por la calle. Debo tener alma de exhibicionista, ya que no me provoca ninguna vergüenza, solamente un poco de frío. Algunas veces se me caen los dientes a pedazos, y por las dudas durante el día no como dulces. También me derrumbo de algún abismo o, y este ya no es un sueño sinó una pesadilla, no puedo hablar.
Sueño con personas muertas que se me aparecen vivas, aunque siempre tengo conciencia que no lo están. En esos casos, lo primero que hago al levantarme es jugarle al 48, aunque jamás gané nada. Si durante el sueño estoy en mi casa, ésta siempre será la de mi infancia. No importa que me mudara once veces, la única que reconoce mi subconciente es la primitiva, la de la esquina en Ceres.
También sueño con ustedes, pero aunque a muchos los conozco, les pongo las caras que me imaginé cuando leí sus comentarios por primera vez. Ah, sí, porque yo les puse una imágen a sus rostros que hasta ahora nunca fue parecida a la real.
Otras veces vuelvo a la secundaria. No, no a la época de la secundaria, sinó que la estoy haciendo de nuevo, a la edad que tengo. Pero eso más que una fantasía se debe a una realidad que tiene que ver con la hija que me tocó en suerte.
Tuve uno hace muchos años que no se me borró jamás de la memoria: soñé que me moría. Que dejaba de respirar y me quedaban los últimos segundos de vida. Y recuerdo que me puse a rezar, que es más raro que el sueño mismo, yo, hereje confesa.
Nunca estuve casada con Sean Connery ni con Brad Pitt, así que esa teoría freudiana sobre los deseos ocultos que se manifiestan en sueños, es un verso.
Una vez soñé que iba a Barcelona en el colectivo 333. El cartel decía: "Olivos - Barcelona" y yo me llevaba un saquito porque acá era verano y allá invierno. Sólo había que cruzar un río (ni siquiera ancho como el De La Plata, para justificar el viaje), y llegaba.
Hasta ahora nunca tuve sueños normales. Pero no pierdo las esperanzas.

septiembre 04, 2006

Crónicas del Angel Gris (¿y cómo iba a llamarse este post sinó?)

Sábado 2. Bañadita, perfumadita y con los pelos parecidos al león de la Metro, fuí a encontrarme con los amigos. Un señor vestido de policía me abrió la puerta. "Caramba, pensé, ¿esto no será una comisaría?". Lejos de serlo, me llevó a un parque con parrilla donde salía el humito del asado recién puesto. Después empezó a llegar el resto. Y ahí sí, empezó la fiesta.




El Tipo, que más que un tipo es un tipazo, queda contratado como asador oficial del Comando a partir de entonces.

El último en caer fue el agasajado, pero como venía acompañado de diez botellas de vino y una de ron, nadie pensó en reclamar tardanza.


Los gritos y los abrazos por vernos se escucharon en todo el edificio, pero estabamos felices y nada nos iba a detener.

Picadita previa, Dudín aportó un flor de cantimpalo.




Angel Gris nos dió unas clases sobre vinos, bajo la supervisión de Mariana. ¡Abrila, abrila!, le decíamos.



Pero antes Baterflai nos hizo comer chocolates. "¡qué amable!" pensamos. Pero no, la finalidad era que no terminaramos todos borrachos en un zanjón. Parece que tiene la propiedad de evitar que el alcohol se te suba a la cabeza. Y así debe ser, porque tomamos como cosacos y no tuvimos bajas.



Angel Gris es el mejor contador de anécdotas que conocí. Acá por ejemplo, está relatando intimidades de la Romu, bajo la impávida mirada de Anony que piensa "mirá vos la salteña, tan modosita que parecía"



Cuando el asado estuvo listo, ya nos habíamos tomado la mitad de los vinos y nos reímos tanto que se nos agrandó la boca. Faivel, el Toro y el Tipo dan fé de ello.



En la otra punta, nos peleabamos por contar anécdotas. Nadie me creyó que coleccionaba figuritas de Sarah Kay a los ocho años.



Todo asado que se precie, necesita una guitarreada. Cada vez que Mariana cantaba un tema, Duda lloraba. No porque Mariana cante mal, al contrario, sinó porque las letras le traían vaya a saber que recuerdos. Nosotros queríamos consolarla, pero nos causaba tanta gracia que no podíamos.



A eso de las cuatro de la mañana, habíamos probado todas las cepas mendocinas y unos cuantos daikiris, terminamos abrazados y cantando "se va la luz, se esconde el sol..."



De izquierda a derecha y de abajo para arriba: el Tipo, Faivel, Duda Desnuda, Anony, Cristina Daae, Angel Gris, Ginger, Rabino, Toro y Mariana.



Nos divertimos tanto que decidimos seguirla en Mendoza. Aunque eramos once, (la fotógrafa se niega a salir en las fotos) en realidad estuvieron todos. Los viejos y los nuevos. Brindamos por Bernardo, por El Teta, por Interior, por Barbarita, por Sonia, por la Romu, por Laura, por Anaik, por Paloma, por Laca, por José Joaquín, por Hernán y por todos los amigos que hicimos desde que entramos en un blog.

¡Qué se repita!!

Apdate: Bernardo, ¿sabés que fué lo más gracioso de la noche?: saber que Angel Gris estaba parando en un hotel que se llama ¡¡¡¡EVA PERON!!!!
Apdate2 y disculpen los que tienen bloglines: dando clic en las fotos, las pueden ver en tamaño gigante

septiembre 02, 2006

Banchero, la historia

Como muchos de ustedes no conocen la historia ni el porqué del Comando Banchero, les voy a contar de qué se trata este grupo chiflado que nació por nostalgia y que cada día es más grande.

Hace tres años, un argentino que vive en Barcelona, un poco para extrañar menos y otro poco porque le sobraba el tiempo, abrió un blog al que llamó Weblog de una Mujer Gorda.
De todas partes del mundo, otros argentinos y algunos españoles fueron llegando casi en un boca a boca (o mejor dicho, en un e-mail a e-mail) a leer las aventuras de una señora mercedina (Mercedes es un pueblo argentino) y de su familia. Poco tiempo después el autor empezó a escribir otro blog, pero éste más personal, que denominó Orsai. Los mismos lectores del primero, se hicieron eco del nuevo y empezaron a formar un círculo de comentaristas sobre los textos publicados. Al principio con cierta timidez, luego sintiendose casi como en su casa. Por esa época todo era una fiesta, más allá de los maravillosos y en muchos casos referenciales post, leer los comentarios era tan o más divertido que la misma letra. El tiempo pasaba y mayor era nuestra participación, que por supuesto, Hernán compartía y alentaba. Ya su casa era la nuestra y su hija la sobrina de todos. Así nos entreteníamos luchando contra invasores foráneos, generabamos logos para el título, armabamos negocios delirantes (llegamos a vender medias levitantes) y nos sacabamos chispas a la hora de ser ingeniosos en nuestros aportes. Mientras tanto nos ibamos conociendo un poco mejor, y abandonabamos cualquier trabajo entre las dos y las cuatro de la tarde para juntarnos en un chat privado (el gallinero). Acompañamos a Hernán en sus nuevos proyectos y le hicimos el aguante siempre. Por esa época ya queríamos vernos las caras, así que lentamente nos fuimos conociendo en vivo. Pero un día llegó la hecatombe. Medios masivos pusieron sus ojos en este argentino loco que convocaba a otros locos iguales y Casciari saltó a la fama . De ser el chico mercedino se transformó en el gurú de los bloggers. Premios, menciones, reportajes estaban a la órden del día. Nos alegramos casi como si hubieramos sido nosotros mismos. Pero la fama también trae otra parte: ahora cualquiera que leyera un diario o escuchara una radio sabía de la existencia de Orsai. De este modo se fueron integrando nuevos comentaristas que no supieron, pudieron o quisieron comprender la mecánica de esta página, que justamente tenía como característica ser distinta a cualquier otro blog, porque era un poco de todos. De pronto los comentarios pasaron a ser demostraciones de cuan inteligente o buen escritor suponía que era quien los escribía. No había respuestas ingeniosas, ni compases divertidos entre comentaristas. Ahora todo era una competencia de egolatrías. No todos eran así, por supuesto, pero en la multitud nos era difícil reconocer y compartir con los iguales.
Nosotros, los antiguos, los históricos, empezamos a sentirnos que nos habían dejado sin techo. Ya Orsai no era nuestra casa. Sin embargo la amistad que había nacido allí se mantenía, y era una alegría reunirnos algunas veces en una pizzería del centro de Buenos Aires llamada Banchero.
Después, cada uno de nosotros fue abriendo su propio blog, recibiendo visitantes y haciendo nuevos amigos. Pero ninguno quería perder aquello que tanta felicidad nos había dado y a muchos nos sacó del letargo en el que vivíamos. Así que decidimos formar nuestro propio Orsai. El de los viejos, el de los que entrabamos por la puerta de la cocina. Y armamos el Comando, que no es otra cosa que un grupo de nostálgicos con ganas de pasarla bien. Adoptamos el nombre del lugar que nos vió nacer: Banchero, y ahí todos somos los que fuimos, aquellos que no dejamos de reirnos de nosotros mismos junto a Hernán. Y el gordo, por supuesto, no falta nunca a las reuniones.